Saludar al portero con el mismo respeto y delicadeza que saludamos al dueño de la empresa (los dos son personas y como tal tienen dignidad y no precio).
Incorporar el “buen día” y “gracias” al lenguaje diario.
Aprender a pedir perdón en los detalles mínimos (cuando tropezamos con alguien, por ejemplo) como entrenamiento al perdón de los grandes defectos.
Reconocer nuestros errores para posibilitar la “culpa reflexiva”, que permite reparar el daño y al mismo tiempo liberarnos de la culpa.
Antes de opinar, en una discusión, pensar si el otro, a lo mejor, tiene razón.
Tratar a los demás como nos gustaría que los demás nos traten a nosotros.
Al hacer algo a otro, pensar si a mí me gustaría que me lo hicieran.
Encontrar en el otro la razón de ser de uno.
Buscar el bálsamo del consenso antes que la estadística de una votación.
No callarse ante las injusticias, más bien denunciarlas, como le espetaba Santa Catalina de Siena a los obispos de entonces: “ por su silencio hay corrupción”.
Ver en los otros rostros, rostros tan queribles y tan humanos como nuestros propios rostros.
Ser solidario, en fin, es amar hasta el fin.
Ser fuerte es:
Amar a alguien en silencio.
Irradiar felicidad cuando se es infeliz.
Perdonar aunque el perdón no sea merecido.
Esperar aunque no se crea en el regreso.
Mantenerse en calma en los momentos de desesperación.
Demostrar alegría aún en la tristeza.
Sonreír cuando se desea llorar una tristeza.
Hacer a alguien feliz cuando se tiene el corazón hecho pedazos.
Callar cuando lo ideal sería gritar a todos tu angustia.
Consolar al que necesita consuelo.
Tener fe aunque no se crea.
Sentirse amado más que sentirse con fortaleza.
Ser humilde es:
Desistí de querer tener siempre la razón, con eso cometí menos errores; eso se llama Humildad.
El humilde siempre está dispuesto a escuchar y a aprender.
Ser humilde es permitir que cada experiencia te enseñe algo.
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.
Nadie está más vacío que aquel que está lleno del “yo mismo”.
Todavía tengo mucho para aprender, no lo sé todo. Eso es humildad.
Ser humilde es callar y escuchar el grito del silencio.
Ser humilde es no juzgar a alguien antes de tiempo.
Quien conoce su ignorancia revela una gran humildad y una profunda sabiduría.
El sabio se distingue sin exhibirse (Lao).
Habla simplemente cuando sea necesario. Si no tienes nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado. (Taoismo).
Ser humilde es ser inmune a los elogios o alabanzas desmesuradas.
Cuando te quedan solo 2 galletas y tu esposa elige la más chiquita es porque te ama y es humilde.
No procuro saber las respuestas, procuro comprender las preguntas (Confucio).