Entrevista a Mario Sebastiani, médico obstetra | 15 JUL 12

¿Por qué tenemos hijos?

“La mitad de los hijos de clase media son no planificados”.

Acaba de publicar un libro titulado de manera inquietante: ¿Por qué tenemos hijos? (Paidós). Dice que busca desmitificar allí la idea de que sólo es “por amor”. Su experiencia como obstetra.

Por Mariana Carbajal
 
¿Por qué tenemos hijos? La pregunta resulta políticamente incorrecta. Es raro formularla y mucho más, contestarla de viva voz. El médico Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano, se anima y desafía a pensar una respuesta sincera. Con una trayectoria profesional en consultorios y salas de parto de casi cuarenta años, en los que asistió a más de un millar de mujeres embarazadas y contabiliza alrededor de 9 mil nacimientos, Sebastiani duda de que el motivo por el que se tienen hijos sea siempre el amor, como se suele responder mecánicamente. Con su flamante libro, que lleva como título justamente la pregunta inicial, no sólo desacraliza la maternidad: provoca y hasta puede llegar a escandalizar a algunos (o muchos).

“No soy moralista, pero entiendo que plantear una ética para el nacimiento es necesario. No una ética vinculante, sino reflexiva y responsable. Tener un hijo debiera ser un acto de responsabilidad con un gran componente moral. Los hijos no pueden ser rellenos ni una obligación religiosa ni la propagación de la especie. Detrás del deseo egoísta de tener un hijo tengo que tener un escenario que le permita al niño desempeñarse en las mejores condiciones posibles. Y no hablo de riqueza”, plantea Sebastiani, en una entrevista de Página/12, donde reflexiona sobre las razones que lo llevaron a sacudir la modorra del estante de libros de autoayuda para embarazadas, donde seguramente las librerías ubicarán el suyo. Aunque, como él mismo advierte, es un libro para los que ya tuvieron hijos y de autoayuda no tiene nada.

“No tengo dudas de que una sociedad es mejor y será mejor si cada uno de nosotros, en soledad y luego en pareja, nos preguntamos si tiene sentido tener hijos, o qué sentido le daremos al pasaporte que le otorgamos a nuestros hijos en la llegada a este mundo”, apunta Sebastiani. Es un gran comunicador. Profesor adjunto del Departamento de Tocoginecología del Instituto Universitario de la Escuela de Medicina del Hospital Italiano de Buenos Aires, se entusiasma y apasiona al hablar.

En el prefacio de Por qué tenemos hijos (Paidós), que acaba de editarse, Sebastiani enumera una serie de frases que escuchó en su consultorio de boca de sus pacientes, y que de algún modo, fueron disparadoras para escribir el libro:

“Pensaba esperar unos meses más pero llegó antes...”

“No esperaba verme, ¿verdad?... Yo tampoco... No sé qué hacer...”

“Yo no quería... Pero mi marido no quiere parar hasta tener un varón...”

“No quería tener hijos, pero quedaba embarazada o perdía a mi marido...”

“Necesito ayuda... No sé de quién es... Me encontré con un compañero de colegio y en el mismo día tuve relaciones con mi marido y con él...”

“Nos cuidamos con preservativos, pero una noche, luego de una fiesta de casamiento y unas cuantas copas de champagne, no lo usamos... Fue un accidente.”

“No creo que vuelva con mi pareja... No creo ni que él quiera volver... Pero lo voy a tener igual...”

“Hice varios procedimientos de fertilización asistida... No tener un hijo hubiera significado para mí vivir una vida incompleta...”

“Estoy sola, no tengo pareja... Pero recurrí a espermatozoides de donante...”

Dice Sebastiani: “Curiosamente en estas frases la palabra amor no figura, y como sentimiento no pareciera ser el que más prevalece. Percibo que, en cambio, los motivos más frecuentes tienen que ver con el accidente, el egoísmo, la negociación, la soledad. El bebé, casi, como una mascota”.

–También los hijos pueden ser producto del amor de una pareja. ¿O no?

–Aun como probables productos del amor, veo a los hijos como una nueva y compleja tensión en nuestras parejas, de pronto devenidas en familias, como una nueva tensión en la sociedad. En el pasado la maternidad era de las mujeres solas, con un papá que salía a proveer los bienes de consumo y la subsistencia; en la actualidad vemos una paternidad compartida, seguramente justa, pero claramente conflictiva en otros aspectos. ¿Por qué hablamos de amor siempre? Siempre te felicitan si estás embarazada. La sociedad es pronatalista. ‘No hay mejor fiesta que traer una vida’ es un lugar común. Pero nos encontramos a la vez con la victimización de los niños, el maltrato infantil, chicos solos deambulando por los shoppings, militarizados en otros países. Los colegios tienen dos turnos. Si tuvieran tres serían un éxito. No es una cuestión de riqueza o pobreza. Los ricos ya tomaron partido: en Europa no tienen hijos. Es una complicación: les impiden viajar, hay que ocuparse de cuidarlos y no tienen quién lo haga.

 

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