Evaluación, diagnóstico y tratamiento | 21 ENE 13

Fracturas vertebrales

Las fracturas vertebrales son la manifestación más común de la osteoporosis y menos de la mitad de las fracturas vertebrales incidentes identificadas radiográficamente son diagnosticadas en forma clínica.
Autor/a: Dres. Kristine E. Ensrud, John T. Schousboe N Engl J Med 2011;364:1634-42.

Presentación de un caso

Una mujer de 72 años de edad presenta desde hace 2 meses, aumento del dolor en la zona dorsal baja que no ha mejorado con ibuprofeno y le provoca dificultad para caminar y vestirse. En el interrogatorio, relata haber perdido cerca de 5 centímetros de la estatura que tenía en su juventud. En la exploración, hay cifosis de la columna vertebral torácica inferior leve, sin dolor. Una radiografía de la columna lateral revela que la vértebra L2 tiene aspecto bicóncavo, un hallazgo que pone de manifiesto una fractura vertebral. ¿Cómo debe ser manejado este caso?


El problema clínico

Las fracturas vertebrales - deformaciones de los cuerpos vertebrales que se observan en la radiografía de perfil de la columna vertebral y caracterizadas según su forma - son la manifestación más común de la osteoporosis. Las fracturas vertebrales de la columna torácica y lumbar representan a casi la mitad de las 1,5 millones de fracturas osteoporóticas que se producen anualmente en los Estados Unidos.

Estas fracturas suelen ser identificadas clínicamente cuando el paciente se presenta con dolor de espalda y en la radiografía de la columna vertebral se observa una imagen que se interpreta como una fractura de un cuerpo vertebral, con mayor frecuencia en la zona de transición toracolumbar o en la región centrotorácica. Sin embargo, en contraste con otros tipos de fractura, la mayoría de los pacientes con fracturas vertebrales no concurren a la consulta médica en el momento de su producción. Solo un cuarto a un tercio de las fracturas vertebrales incidentes identificadas radiográficamente son diagnosticadas en forma clínica.
 
Las fracturas vertebrales radiológicas prevalentes tienen alguna asociación con el dolor de espalda y la calidad de vida relacionada con la salud. La probabilidad de dolor de espalda, reducción de la calidad de vida relacionada a la salud y aumento del diagnóstico clínico aumentan la gravedad y el número de fracturas. Las fracturas vertebrales radiológicas nuevas (por ej., las que no están presentes en las radiografías anteriores) se asocian con un mayor riesgo de dolor de espalda y discapacidad; la intensidad de estas asociaciones es mayor entre las personas con fracturas vertebrales clínicamente reconocidas.

La discapacidad que acompaña a la fractura puede ser mayor entre los pacientes con fracturas lumbares que entre aquellos con fracturas dorsales. Las fracturas vertebrales en los adultos mayores se asocian con mayor riesgo de muerte, pero este aumento del riesgo se debe en gran parte a las condiciones subyacentes (por ej., la debilidad), asociadas tanto a la fractura vertebral como a la muerte.

Las fracturas vertebrales radiológicas prevalentes como así las fracturas vertebrales clínicas también se asocian con un mayor riesgo futuro de fractura de cadera y otras fracturas. Este aumento del riesgo se explica parcialmente por la densidad mineral ósea más baja entre los pacientes con fracturas vertebrales. Así, la presencia de una fractura vertebral tiene un efecto importante en el riesgo de fractura en el futuro y debe influir en las decisiones sobre las terapias destinadas a reducir ese riesgo.


Estrategias y evidencia

Evaluación
La primera fractura en una mujer suele producirse  después de la menopausia. La prevalencia y la incidencia de las fracturas vertebrales radiológicas aumentan con la edad; la prevalencia en las mujeres de raza blanca aumenta del 5% al 10% entre los 50 y 59 años y el 30% o más a los 80 años o más. Las tasas de prevalencia son más bajas en las mujeres de raza negra, asiáticas y en los hombres.

En las mujeres de raza blanca de más edad sin fractura vertebral prevalente existe un 0,9% de riesgo anual de fractura vertebral incidente, el cual se eleva a 1,7% en las mujeres de 80 años o más. Además de la mayor edad, los factores de riesgo clínico para las fracturas vertebrales incidentes son las fracturas previas, el antecedente de 1 o más caídas, el sedentarismo, el tabaquismo, el uso de glucocorticoides sistémicos (el riesgo aumenta con el aumento de la exposición acumulada), ciertas enfermedades crónicas (por ej., la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la artritis reumatoidea seropositiva y la enfermedad de Crohn) y un índice de masa corporal bajo.

En poblaciones no seleccionadas para la detección del riesgo de osteoporosis o fractura, la pérdida de la estatura (por ej., una pérdida ≥ 4 cm desde los 25 años) tiene una sensibilidad baja (31-56%) y un valor predictivo positivo (14-26%) para la presencia de fracturas vertebrales radiológicas pero un alto valor predictivo negativo (≥ 86%).

El examen físico puede revelar una convexidad sagital superior de la columna torácica (hipercifosis o joroba de viuda), especialmente entre los pacientes con fracturas múltiples de la columna vertebral torácica con cuña anterior. Sin embargo, la cifosis grave es suele presentarse en adultos mayores sin fracturas vertebrales radiológicamente prevalentes.

Densidad mineral ósea
La densidad mineral ósea (DMO) baja, medida mediante absortometría de rayos X de doble energía (DXA), se asocia con mayor probabilidad de fracturas vertebrales radiográficas prevalentes y un mayor riesgo de fracturas radiológicas incidentes (riesgo relativo para la disminución de 1 SD en la DMO en la columna o la cadera, 1,5 a 2,0).

Aunque la prevalencia de las fracturas vertebrales radiológicas es mayor en las personas con osteoporosis (definida por un puntaje T de la columna o la cadera igual o menor a -2.5 [≥ 2,5 SD por debajo de la media de la DMO de los adultos jóvenes sanos]), más de un tercio de las mujeres posmenopáusicas con fracturas vertebrales radiográficas prevalentes tienen frecuentemente un puntaje T en la columna y la cadera superior a -2.5. Se ha informado que la prevalencia de fracturas vertebrales radiológicas en mujeres de 60 años de edad o mayores con DMO baja (T score en la cadera o la columna vertebral, -1,5 a -2,4) oscila entre el 14% y el 18%.

Diagnóstico
Aunque la historia clínica y la semiología pueden sugerir la posibilidad de una fractura vertebral clínica, el diagnóstico debe ser confirmado con un estudio por imágenes de la columna vertebral. En muchos casos, la radiografía lateral del tórax ordenada por otras causas revela fracturas vertebrales radiológicas, pero con frecuencia, tales hallazgos incidentales no son informados por el radiólogo o, si se informan, los médicos responsables de la atención del paciente no actúan en consecuencia.
 
La radiografía lateral de la columna vertebral torácica y lumbar sigue siendo el estándar para la evaluación. No hay consenso sobre la definición de  fractura vertebral, pero se han desarrollado varios métodos cualitativos y cuantitativos. El método semicuantitativo desarrollado por Genant et al. es ampliamente aceptado y es práctico para ser aplicado en el contexto clínico. El método utiliza las características cualitativas de la forma vertebral y el grado de reducción de la altura de la vértebra en la dimensión vertical anterior, media o posterior para calificar al cuerpo vertebral como normal, fractura dudosa o fractura leve, moderada o grave.

El uso apropiado de este método requiere el conocimiento de las deformidades del desarrollo (por ej., la enfermedad de Scheuermann [osteocondrosis de de las placas vertebrales]) y adquiridas (por ej., la osteoartritis) que no representan fracturas, y el reconocimiento de las características que sugieren otras causas de fracturas que no son osteoporóticas (por ej., la expansión de la corteza o la lisis de las trabéculas o cualquier parte de la corteza, como se observa en presencia de un cáncer).

Los estudios han indicado que el método semicuantitativo Genant tiene buena fiabilidad interobservador, validez concurrente (por ej., las fracturas prevalentes se asocian con una DMO baja), y validez predictiva (por ej., las fracturas prevalentes predicen el riesgo de fracturas incidentes, independientemente de la DMO).

La evaluación de las fracturas vertebrales prevalentes asintomáticas puede hacerse en el momento de la densitometría, utilizando imágenes laterales de la columna generadas con ventilador de DXA y el software apropiado. El término evaluación de la fractura vertebral (EFV) se refiere a las imágenes densitométricas de la columna vertebral desde la vértebra T4 hasta la vértebra L4, destinadas a identificar las fracturas vertebrales prevalentes.

En comparación con las radiografías de la columna vertebral, la EFV tiene más probabilidad de dar resultados que no pueden ser evaluados, (especialmente cuando se utiliza para evaluar las vértebras por encima de T7), pero implica una exposición a la radiación mucho menor (3 μSv para la EF V vs. 600 μSv para la radiografía de la  columna lumbar lateral), reduce el paralaje (por ej., la distorsión de proyección) frecuentemente presente en las vértebras en las radiografías tomadas con rayos X estándar de haz cónico, y es más conveniente para los pacientes, ya que la proyección de la imagen puede realizarse al mismo tiempo que la densitometría.

Cuando se utiliza el método Genant  semicuantitativa con ambos métodos de imagen para identificar las fracturas vertebrales prevalentes, la EFV y las radiografías de la columna vertebral tienen una fiabilidad intraobservador e interobservador similar como así validez concurrente. Las imágenes EFV  tienen una sensibilidad y especificidad de alrededor del 90% para la detección de fracturas moderadas y graves, inferior a las de las radiografías estándar para detectar fracturas leves, pero las fracturas leves no son tan altamente predictivas de fracturas posteriores como lo son las fracturas moderadas a graves.

Las radiografías estándar de la columna vertebral y las imágenes de EFV no están usualmente indicadas en pacientes con puntajes T muy bajos (≤ -2,5) o elevados (>-1,5), ya que la documentación de las fracturas vertebrales es poco probable que influya en la atención del paciente. Sin embargo, en las mujeres posmenopáusicas con puntajes T entre -1,5 y -2,4, para quienes el beneficio del tratamiento farmacológico es incierto, la determinación de las  fracturas vertebrales prevalentes puede alterar el tratamiento.

De acuerdo a un análisis del costo-eficacia, se espera que el uso de cualquiera de las radiografías de la columna vertebral o la EFV para la evaluación de las fracturas vertebrales en estas mujerestratadas con bifosfonatos aquellas que tienen al menos una fractura vertebral - resulte en una reducción del número de fracturas con un costo adicional (<50.000 dólares por año de vida ajustado por la calidad-año que se gana).
 
Otros métodos de imágenes de la columna vertebral (tomografía computarizada y resonancia magnética) y la gammagrafía ósea suelen reservarse para los pacientes en los que es necesaria una información adicional para evaluar la agudeza de las fracturas o para diferenciar las fracturas osteoporóticas de las fracturas patológicas.


Tratamiento

Manejo del Dolor
Las fracturas vertebrales clínicas pueden causar un dolor severo como para requerir hospitalización. No existen datos de ensayos controlados y aleatorizados que evalúen la eficacia de los medicamentos para el dolor en pacientes con fractura vertebral aguda, pero en la práctica son de uso común los antiinflamatorios no esteroideos, los analgésicos (incluidos los estupefacientes y el tramadol), la lidocaína transdérmica y los agentes utilizados para aliviar el dolor neuropático (por ej., los antidepresivos tricíclicos).

 

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