Esperar por lo menos dos meses disminuye los riesgos

Las cirugías electivas se pueden demorar después de un infarto

La investigación "respalda la recomendación de tener un período de gracia o de espera".

Fuente: Medlineplus

Por Leigh Krietsch Boerner

NUEVA YORK (Reuters Health) - Después de un infarto, esperar por lo menos dos meses para realizar una cirugía electiva reduce el riesgo de morir o de tener un segundo infarto.

Según el doctor Christian de Virgilio, profesor de cirugía de la Escuela de Medicina de la University of California en Los Angeles recomendó que los pacientes que tuvieron un infarto esperen por lo menos ocho semanas para operarse.

Dicho esto, el coautor del estudio publicado en Annals of Surgery agregó que los médicos "deben lograr un equilibrio entre el riesgo de un nuevo infarto y el riesgo de retrasar una cirugía".

Según el análisis de los resultados obtenidos en más de medio millón de pacientes de California registrados en una base de datos hospitalaria, 16 de cada 50 operados antes de cumplirse el mes desde el infarto sufrieron un segundo ataque en 30 días, comparado con cuatro de cada 50 en los que la cirugía se postergó por los menos dos meses.

El riesgo de sufrir un segundo infarto descendió drásticamente cuanto más aumentaba la espera de una de cinco cirugías electivas no cardíacas, como el reemplazo de cadera o la extirpación de la vesícula.

Diez de cada 50 pacientes operados entre los 31 y 60 días del infarto inicial sufrieron un segundo infarto, comparado con cuatro de cada 40 operados entre los 61 y 90 días, y apenas tres de cada 50 operados entre los tres y seis meses posteriores.

La Asociación Estadounidense del Corazón y el Colegio Estadounidense de Cardiología recomiendan esperar entre cuatro y seis semanas después de un infarto para realizar una cirugía, pero los nuevos resultados demuestran que el riesgo se mantiene después de ese período.

El equipo de De Virgilio analizó las historias clínicas de 563.842 personas a las que se les había realizado una cirugía electiva entre 1999 y el 2004. Un 3 por ciento había tenido un infarto el año previo a la intervención; la edad promedio era de 69 años.

El único peligro no fue el segundo infarto, sino un mayor riesgo de morir después de la cirugía. Murieron siete de cada 50 pacientes operados al mes del primer infarto y cinco de cada 50 operados por lo menos dos meses después. Esa tasa de mortalidad es alta, quizás, según De Virgilio, porque muchos necesitaron una cirugía de emergencia.

Cada año, en Estados Unidos, 8,5 millones de adultos tienen un infarto, según la Asociación Estadounidense del Corazón.

Los riesgos asociados con los infartos recientes no se limitaron a un solo tipo de cirugía. Según De Virgilio, "cualquier cirugía genera estrés", que afecta la función cardíaca.

El doctor Edward McFalls, profesor de medicina de la University of Minnesota en Minneapolis, dijo: "El estudio no dice qué tratamientos se administraron y que podrían haber influido en los resultados positivos y negativos para cada paciente".

Para McFalls, que no participó del estudio, la investigación "respalda la recomendación de tener un período de gracia o de espera".

FUENTE: Annals of Surgery, online 2 de marzo del 2011