Mi reino por una voz
¿Qué se esconde tras el film El discurso del rey?
Los entretelones del vínculo entre un monarca y el hombre que lo rescató de la tartamudez.
El futuro rey Jorge VI de Inglaterra, con su esposa Elizabeth a su lado, camina nerviosamente hasta el micrófono en el Empire Stadium en Wembley para pronunciar un discurso, situación que ha estado temiendo desde hace semanas. Desde su primera infancia, Bertie, como se lo conoce en la familia real, se ha visto afectado por un tartamudeo que hace difícil, incluso, una conversación normal, y convierte los discursos públicos en una prueba terrible. Al abrir la boca, la multitud escucha atenta, pero él vacila y apenas puede pronunciar una palabra. Su humillación es total.
Así comienza El discurso del rey, con Colin Firth como el rey y Helena Bonham Carter como su esposa. El film, que además de lograr la aclamación de la crítica en todo el mundo se convirtió en el gran ganador de los premios Oscar (mejor película, director, guión original y actor principal), cuenta la verdadera historia entre George, el padre de la actual reina, y Lionel Logue (interpretado por Geoffrey Rush), un terapeuta del habla australiano que le enseñó a superar su tartamudeo.
El discurso del rey llega a la pantalla cuando la Casa de Windsor se prepara para otro hito: el casamiento, el 29 de abril, del príncipe William, bisnieto de George, con Kate Middleton. El Palacio de Buckingham se ha negado a revelar si la reina vio la película.
¿Quién fue el verdadero Lionel Logue y cómo fue que el hijo del dueño de un bar en Adelaide, sin nada especial, se encontró en el centro del establishment real británico? Se narra la verdadera historia de los eventos que inspiraron el film en un nuevo libro, The King's Speech: How One Man Saved the British Monarchy (El discurso del rey: cómo un hombre salvó a la monarquía británica), basado en los diarios de Logue y otros documentos recolectados por el nieto del terapeuta del habla, Mark.
Un soberano problema
El futuro rey consultó a Logue en 1926. Logue había comenzado su carrera enseñando expresión, pero durante la Primera Guerra Mundial usó su capacidad para ayudar a soldados australianos que sufrían de desórdenes del habla como resultado de un shock y de ataques con gases. En 1924, a los 44 años, buscó fortuna en Gran Bretaña, y llevó a su esposa y sus tres hijos. Viajaron en tercera clase.
Bertie necesitaba ayuda. Había comenzado a tartamudear a los 8 años y su situación empeoró cuando se lo ungió como el duque de York en 1920. Su humillación en Wembley fue peor porque junto con Elizabeth, con la que se había casado en 1923, enfrentaba la perspectiva de una gira de alto perfil en Australia y Nueva Zelanda.
El duque ya había visto muchos expertos, ninguno de los cuales lo había ayudado, pero su esposa (conocida luego como la reina madre) lo persuadió de que hiciera un último intento. Luego de la primera consulta, Logue escribió su diagnóstico en una pequeña tarjeta. "Mente: Bastante normal, tiene tensión nerviosa aguda provocada por el defecto. Físico: buen físico, con buenos hombros, pero cintura muy floja." Indicó ejercicios de respiración y trabalenguas, combinado con una especie de terapia hablada freudiana. Con el tiempo, su duro trabajo comenzó a dar frutos.
Fue llamado al Palacio de Buckingham para ayudar al rey a prepararse para su coronación, el 12 de mayo de 1937. Durante la Segunda Guerra Mundial la relación entre los dos hombres se volvió más intensa. Cuando el rey hizo una transmisión clave en la noche del 3 de septiembre de 1939, el día que Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, Logue ensayó el discurso con él y lo acompañó durante la transmisión.
"En esta hora terrible -comenzó el rey-, quizás la más dura de nuestra historia, envío este mensaje a los hogares de mis pueblos tanto aquí como en el extranjero, hablando con el mismo sentimiento profundo para cada uno de ustedes que si estuviera en la puerta de sus casas y les hablara en persona."
Al desvanecerse la luz roja, Logue se volvió hacia él: "Felicitaciones por su primer discurso en tiempo de guerra", dijo. El rey contestó simplemente: "Supongo que habrá muchos más". Estaba en lo cierto: en los siguientes seis años Logue fue convocado docenas de veces al Palacio de Buckingham, a Windsor o Sandringham. ¿Cuánto sabía el pueblo británico de esta relación extraordinaria y por qué, más de medio siglo después, se convirtió finalmente en un film? En vida del rey los diarios escribieron poco acerca de este problema. Logue sabía que cualquier intento de aprovechar sus relaciones con la familia real acabaría con todo vínculo. Pero anotó detalles de sus encuentros en sus diarios y guardó muchas cartas que el rey le envió, sin divulgarlas.
Cuando David Seidler, un guionista británico que vive en California, tomó contacto con el segundo de los hijos de Logue, Valentine, a comienzos de los años ochenta, pidiendo acceso a su diario para una obra que pensaba escribir sobre los dos hombres, se le indicó que consultara con la reina madre. "Por favor, señor Seidler, no mientras yo viva -respondió ella-. "El recuerdo de estos eventos es demasiado doloroso."
Secretos de familia
Seidler, que de chico tartamudeaba y era monárquico, accedió al pedido, aunque nadie hubiera podido predecir que la reina madre, que ya superaba los 80 años, viviría dos décadas más. Pocos meses después de su muerte, Seidler comenzó a escribir, aunque al no contar con el diario, tenía pocos detalles de la vida de Logue. La obra se representó, sin ensayos, en 2005, en un teatro marginal de Londres. Entre el público se encontraba Meredith Hooper, una escritora australiana que pensó que sería un proyecto perfecto para su hijo Tom Hooper, director de cine. Mientras tanto, el guión había pasado por Rush, a quien le encantó. Y luego se sumo Firth.
¿Pero qué hay de los diarios? Valentine Logue había muerto hacía mucho y Seidler había perdido toda esperanza de encontrarlos. Cuando el film se encontraba en preproducción en Londres en el verano de 2009, un investigador se puso en contacto con un sobrino de Valentine, Mark, que vivía a pocos kilómetros del estudio.
Buscando entre los papeles de la familia, Mark Logue encontró no sólo el diario, sino también cartas, recortes de periódicos y fotografías. También había copias de varios discursos del rey con marcas hechas por su abuelo, que indicaban dónde hacer pausas y respirar. Se hicieron cambios urgentes, de último minuto, en el guión de Seidler, para incorporar diálogos de la vida real y otros detalles históricos.
Entonces, en julio pasado, llamó una prima para decir que ella también había encontrado documentos en su altillo en Rutland, Inglaterra central. Para el film ya era demasiado tarde, pero aportó material para el libro que Mark Logue ahora estaba decidido a escribir. Entre esos papeles había una carta de la reina madre, enviada a Logue después de la muerte de su esposo en febrero de 1952. "Sé quizá mejor que nadie cuánto ayudó usted al rey, no sólo con su habla, sino también con toda su vida y su visión de la vida", escribió. "Siempre estaré profundamente agradecida a usted por todo lo que hizo por él."
Para Logue, que murió al año siguiente, no pudo haber mejor epitafio.
Por Peter Conradi / The Sunday Times
Traducción de Gabriel Zadunaisky
PREMIOS Y LIBROS
Era la favorita y cumplió con las expectativas: en la última ceremonia de los Oscar El discurso del rey se erigió como la gran ganadora, con los premios a mejor actor (Colin Firth, foto), director, película y guión original. Casi en paralelo, Mark Logue y Peter Conradi publicaron The King's Speech: How One Man Save the British Monarchy, sobre los hechos que inspiraron al film: www.the-kings-speech.com