Tomadas de una en una, las piezas de un puzle gigante dicen más bien poco de la imagen global. En muchos casos, por esa tendencia irrefrenable a ver o querer ver lo que ya conocemos de antemano, nos podemos hacer una idea equivocada. Y es que la información del conjunto que aporta una sola pieza depende del tamaño de la imagen, de la novedad y de la complejidad de la escena, así como de las piezas previamente encajadas. Esto es algo que se tiene bien presente al hacer un puzle, pero en cambio se olvida a menudo en otras actividades complejas, ya sea la información, la ciencia o la medicina.
Contemplada a la luz de la metáfora del puzle, lo que caracterizaría a la tan cacareada era de la información sería el acceso fácil, rápido y libre de los ciudadanos no tanto a la información en sentido amplio como a diminutas piezas informativas de un rompecabezas ignoto y descomunal. El logotipo de la Wikipedia, quizá el producto más representativo de esta era, es precisamente un globo terráqueo dibujado como un puzle esférico e incompleto. Según se cuenta en la propia Wikipedia, el primer puzle fue obra del cartógrafo británico John Spilsbury, que en 1760 ideó un mapa montado sobre madera y recortado por países para enseñar geografía.
Así pues, podemos visualizar el mundo, la información, la ciencia, la medicina y todo lo conocido y por conocer como un rompecabezas de datos o bits que sólo despliega su auténtico sentido al articular sus piezas. Y animados por esta imagen, muchas de las piezas informativas que vomitan constantemente los medios de comunicación resultan ciertamente ridículas en su insignificancia y desarticulación. Pensemos sin ir más lejos en lo que está ocurriendo con el periodismo médico, que está siendo devorado por la comunicación y está haciendo aguas por ofrecer píldoras informativas banales, descontextualizadas y con intereses ocultos. La buena información es probablemente cara, pero el periodismo necesita ofrecer algo más que piezas sueltas, que en el mejor de los casos sólo interesan a los especialistas, y esforzarse en articular el rompecabezas para dibujar una imagen más global.
¿Para qué si no se mete la gente a periodista? “Hay quien lo hace por contar una gran historia, por cambiar el mundo, por viajar a sitios exóticos o por el aparente glamour de estar bajo los focos, y supongo que yo sentí todo eso en alguna medida. Para mí el gran atractivo del periodismo es el factor puzle: abordar un problema complicado y escribir para explicárselo a alguien”, decía Bill Keller, director de The New York Times desde 2003, en una reciente entrevista en El País.
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