Bebés de seis meses de edad | 18 ABR 10

El implante que evita la sordera, para niños cada vez más chicos

En los EE.UU. ya recomiendan el implante coclear a bebés de seis meses de edad. Dos expertos estadounidenses que participaron en Buenos Aires de un simposio sobre el tema, explican por qué “cuanto antes, mejor”.

Por Enrique Garabetyan

Waltzman y Roland estuvieron en la Argentina.

Someter a un bebé de apenas 180 días de vida y que padece sordera profunda a una operación en el cráneo puede parecer algo drástico. Sin embargo, es la tendencia dominante en el mundo de la medicina especializada en implantes cocleares, aparatos electrónicos que se colocan en el oído interno para ayudar a escuchar (ver gráfico).

“Ya tenemos herramientas para diagnosticar la audición de un bebé al nacer. Y cuando detectamos un candidato al implante, preferimos hacerlo entre los seis y los doce meses. De hecho, ya tenemos más de cien chicos de esa edad operados”, aseguró a PERFIL Thomas Roland, presidente del Departamento de Cirugía de Cabeza, Cuello y Otorrinolaringología en la Universidad de Nueva York. A su lado, Susan Waltzman, profesora y codirectora del NYU Cochlear Implant Center agregó que “hasta hace unos años había discusiones. Pero hoy el consenso indica que cuanto más temprano hagamos el implante, mejor será el desarrollo auditivo y cognitivo del bebé”. Ambos expertos estuvieron en Buenos Aires participando de un simposio internacional sobre implante coclear.

Vicente Diamante, titular de Otorrinolaringología en la Universidad del Salvador y un experto local que realiza más cien implantes al año, señaló que “lo que nos muestra la experiencia es que es importante hacerlo antes de los dos años de vida porque así logran desarrollar el habla y evolucionar normalmente. Esto es clave para que el chico sordo pueda ir a una escuela común e integrarse en todas las actividades con compañeros de audición normal (ver recuadro).

Pero si bien “lo antes posible es lo mejor”, no por eso no hay que pensar que tarde no ayuda. “Todos pueden beneficiarse con un implante, incluso los nacidos sordos que ya tengan siete u ocho años. Y, por supuesto, los adultos que están perdiendo el oído en forma progresiva”, aclaró Diamante.

Presente y futuro. La precocidad no es la única tendencia médico-tecnológica que asoma en el mundo de los implantes. También hay cada vez más casos que van a implante sin previo uso de audífono. “Sabemos que uno no reemplaza al otro ni son competidores, sino que el implante toma su lugar donde el audífono ya no ayuda. Por ejemplo, chicos que no progresan con el lenguaje. Lo cierto es que el rendimiento de los implantes es cada vez mayor, y por eso estamos operando a pacientes con menor pérdida auditiva”, dijo Roland.

Según datos de la Food and Drug Administration (FDA) de los EE.UU, en abril de 2009 se contabilizaban unos 190 mil implantes en todo el mundo.

Como el equipo es pura tecnología digital la tendencia es clara: “Vemos adelantos en cuanto al tamaño de cada unidad. Pensamos que en cinco años una buena proporción serán completamente internos sin contacto con el exterior. En nuestra clínica ya tenemos cuatro pacientes en los que estamos probando ese desarrollo”, afirmó Waltzman.

La otra tendencia son los implantes bilaterales. “Por ahora, acá, el doble implante (uno por oído) se hace en menos del 5% de los casos. Pero en los EE.UU., asciende al 30%”, aseguró Norma Pallares, Directora Asociada del Centro de Implantes Cocleares. “La razón es que el doble permite mejorar la localización espacial y produce un aumento de la señal auditiva”.

Los desarrolladores de implantes también experimentan con aspectos menos utilitarios que el lenguaje. Según Waltzman, “estamos viendo adelantos clave en el desarrollo de equipos para ayudar al hipoacúsico a sentir la música, algo mucho más difícil de percibir que la palabra”.

Cuando los padres se oponen

Una de las discusiones más particulares acerca de los implantes cocleares es la de cómo se ven los sordos a sí mismos y cómo los percibe quien puede escuchar. “En general, y durante muchos años, los padres sordos congénitos prefirieron que su hijo con posibilidades de oír no recibiera el implante. Consideraban que ser sordo no es una discapacidad, sino una manera de ser, de vivir; con una cultura propia y que quienes son diferentes son los oyentes”, explicó la fonoaudióloga Norma Pallares.

Sin embargo, esta tendencia está comenzando a revertirse: “En los últimos dos años, esta idea está cambiando y cada vez más padres aceptan el implante”, dijo.

La razón la explica Thomas Roland, de EE.UU.: “Si bien los padres sordos prefieren que su hijo aprenda el lenguaje de señas, hay estudios en los que se muestra que los chicos que van a escuelas para sordos tienen un nivel menor de desarrollo que aquellos que van a un colegio común. Y eso se refleja luego en menos oportunidades laborales”, señaló.

 

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