Escepticemia por Gonzalo Casino | 15 FEB 10

¿Quo vadis?

Sobre la capacidad de la medicina académica de reinventarse a sí misma.

 

Los médicos ya no pisan sobre tierra firme. Hace tiempo que el granítico suelo de la medicina ya no resiste como solía. Se resquebraja por la desproporción entre la demanda incesante de los pacientes y la oferta limitada; la indefinición de los límites de la medicina y de las funciones del médico; la entrada en escena de la genómica, la medicina predictiva y otros avances científicos; la feminización de la profesión; el abismo creciente entre países ricos y pobres; los cambios en la relación médico-enfermo; las enfermedades emergentes; la globalización y un largo etcétera de cambios y disfunciones. Todo esto acentúa la crisis del sistema global de salud, es decir, el conjunto del dispositivo humano y tecnológico que cuida de la población mundial. La “medicina académica” ha sido definida como la capacidad de este sistema de pensar, estudiar, investigar, descubrir, evaluar, enseñar, innovar, aprender y mejorar. Pero la medicina académica tampoco anda fina apara esta importante misión.
 
¿Qué le pasa a la medicina académica?

Los problemas son múltiples, pero el diagnóstico no parece estar claro. La asistencia, la investigación y la docencia, las tres patas clásicas que sostienen el edificio de la medicina, generan inestabilidades continuamente. De entrada, ya es imposible para cualquier médico ser competente en las tres parcelas. Muchos de los docentes no tienen los necesarios conocimientos prácticos. Y muchos de los médicos que hacen investigación clínica no tienen buena formación investigadora. La medicina trasnacional, la que lleva los avances del laboratorio a los pacientes, es más una idea que una realidad práctica. Las medicina basada en la evidencia llega también con un desfase insoportable. Los investigadores, los expertos en salud pública, los economistas de la salud, los médicos de atención primaria, los que trabajan en la asistencia privada y en la pública, en el primer mundo y en el tercero, recelan entre sí. Las prioridades en la investigación no se corresponden a veces con las prioridades de los pacientes. Y los pacientes, tanto en los países ricos como en los pobres (a veces más en los primeros), están descontentos. También lo están muchos médicos, además de frustrados, quemados y con una enorme sensación de impotencia. Mientras, la medicina académica languidece.

Este es el panorama que dibujó hace años The International Campaign to Revitalise Academic Medicine (ICRAM), creada en 2003 por The Lancet, el BMJ y otras 40 respetables instituciones representativas de la oficialidad médica. Dos años después, representantes de este movimiento internacional presentaron en PLoS Medicine cinco posibles escenarios para la medicina académica a 20 años vista, que van desde su florecimiento en el sector privado hasta el logro de una medicina académica realmente globalizada, algo quizá demasiado idealista. Nadie sabe qué pasará, pero la medicina académica es un edificio intelectual tan fabuloso que debería acomodarse mejor con la realidad. Y para ello no le va a quedar más remedio que reinventarse.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

CONTENIDOS RELACIONADOS
AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024