'Annals of Internal Medicine' | 08 JUL 09

Los viajes pueden triplicar el riesgo de síndrome de la clase turista

La inmovilidad es uno de los principales factores desencadenantes. Los desplazamientos en cualquier medio de transporte pueden provocar este problema.

NURIA BAENA

Si usted, como otros miles de personas, se encuentra en estos momentos preparando las maletas para desplazarse a su lugar de vacaciones y se dispone a pasar unas cuantas horas encajado en el exiguo espacio asignado a los sufridos usuarios de las aerolineas, le interesa saber que un reciente estudio, aventura que quienes realizan un desplazamiento a larga distancia se exponen a un riesgo tres veces mayor de sufrir una trombosis venosa profunda. Además, la investigación concluye que la probabilidad de sufrirlo se incrementa un 18% por cada dos horas adicionales de viaje.

Este fenómeno, popularmente conocido como síndrome de la clase turista, afecta según la Organización Mundial de la Salud (OMS) a una de cada 6.000 personas. El origen de este trastorno, que tiene una mortalidad estimada del 11% a los 28 días de sufrir un primer episodio, está en la obstrucción de los vasos sanguíneos por la formación de coágulos en la sangre, que impiden la correcta circulación de la misma, llegando incluso a bloquearla. Si el coágulo se desprende puede puede llegar hasta el cerebro, los pulmones o el corazón y ocasionar un daño grave.

Muchas han sido las investigaciones en torno a este tema y la relación entre el viaje y la trombosis venosa sigue siendo causa de discusión, ya que los resultados de análisis anteriores son contradictorios. Por ello, los autores de este trabajo, dirigido por el doctor Divay Chandra, del departamento de epidemiología de la Harvard Scholl of Public Health y publicado en el último número de la revista ''''Annals of Internal Medicine'''', decidieron confrontar estudios ya publicados y que comparaban los casos de viajeros que se habían desplazado en cualquier medio de transporte y habían sufrido un tromboembolismo con los de individuos que también habían tenido este trastorno y no habían viajado. De los 1.560 estudios de los que se partió como base, los investigadores hicieron una rigurosa criba y finalmente basaron sus conclusiones en los resultados ofrecidos por 14 trabajos que abarcaban 4.055 casos con esta patología.

Los autores señalan varios mecanismos biológicos que pueden justificar un mayor riesgo de sufrir una trombosis asociada a los viajes, como son la inmovilidad y la hipercoagulabilidad, y destacan que las personas más vulnerables son ancianos, embarazadas e individuos que hayan sufrido trombosis con anterioridad, así como quienes toman anticonceptivos orales y las personas obesas.

De cualquier forma, los investigadores descartan aconsejar a nivel general medidas extremas como proporcionar anticoagulantes orales durante el viaje, pero sí se inclinan por acciones preventivas como mejorar la hidratación de los viajeros y su actividad física (mover los pies hacia arriba y abajo, por ejemplo) durante el desplazamiento, ya que hay evidencias indirectas que sugieren que la deshidratación y la inmovilidad pueden alterar los niveles serológicos de los marcadores de la coagulación en voluntarios sanos.

 

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