Eduardo Zerba, químico, especialista en plagas | 08 ABR 09

Dengue, una plaga que no es sólo de pobres

La persistencia del dengue en el norte del país, los casos mortales que se dieron, movieron al jinete a buscar las fuentes de información en un laboratorio que se ocupa de las plagas y su control. Lo que escuchó no es demasiado alentador.

Por Leonardo Moledo

–Bueno, usted es director del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPeIN), dependiente del Conicet y del Citedef (ex Citefa), ¿Por qué no me explica qué es el dengue?

–Es una enfermedad tropical, una de las pocas enfermedades tropicales que, a pesar de ser catalogada como enfermedad de la pobreza, en realidad no lo es. Puede afectar a cualquier ciudadano de clase media, incluso clase alta. Por eso tiene tanta difusión. Una vez, en una reunión de la OMS, un colega me dijo: “En un país en el que entra el dengue, se olvidan del Chagas”. Porque el Chagas es todo lo contrario, es la enfermedad silenciosa de la pobreza. El dengue no, el dengue hace eclosión. El día de mañana, cuando las condiciones climáticas se den, puede afectar a Córdoba, Rosario, Buenos Aires...

–Cuénteme el tema desde el punto de vista científico.

–Tenemos un mosquito, el Aedes aegypti, que es uno de los personajes entomológicos más odiados de la historia, porque no sólo transmite el dengue sino también la fiebre amarilla. Este tipo de mosquito estaba erradicado de América latina en los ’60, pero como no hubo una política consecuente, regresó, las poblaciones volvieron a incrementarse y ahora tenemos una reemergencia del dengue y una aparición en Argentina, país que hasta 1997 no tenía dengue. En ese año fue la primera epidemia, en Salta.

–¿Cómo transmite ese mosquito? ¿Y qué es lo que transmite?

–Básicamente, es el transmisor del virus del dengue. La hembra del mosquito adulto es hematófaga: para poner sus huevos, necesita chupar la sangre. Cuando le chupa la sangre a un enfermo de dengue, el virus es incorporado al mosquito y cuando ese mosquito va y pica a una persona sana, parte de la sangre que tiene en su intestino pasa a la persona sana, que contrae el virus. Allí se desarrolla un pequeño período de incubación y luego la enfermedad.

–¿Y qué le ocurre al enfermo?

–Hay dos tipos de enfermo. En uno, la sintomatología es parecida a la gripe común o más fuerte. Algunos lo llaman “fiebre rompehuesos”, porque quien lo contrae tiene muchos dolores en las articulaciones. A veces pasa casi desapercibido, como una pequeña gripe común. La variante más complicada es cuando ocurre el dengue hemorrágico. Hay cuatro virus distintos del dengue. Si una persona se infecta con uno de los tipos de virus y luego contrae la enfermedad con otro tipo de virus, puede haber una respuesta muy fuerte del organismo: producir hemorragias y una serie de sintomatologías que pueden llevar a la muerte.

–¿Y qué tiene que ver el Aedes con el mosquito común?

–Bueno, yo le diría que muchos de los mosquitos que vemos en la ciudad son Aedes. El mosquito más común, el que se ve normalmente en lugares como Buenos Aires, es el culex, que lo que más afecta es el confort. Pero no es transmisor.

–Usted dirige un laboratorio en el que estudian las plagas...

–Sí. El laboratorio nuestro tiene su centro de gravedad en la optimización del control de insectos plaga, sobre todo aquellos que son vectores de enfermedades (particularmente, de Chagas y de dengue).

–¿Y qué fue lo que pasó aquí?

–Bueno, es muy simple. El dengue, como cualquier enfermedad transmitida por insectos, necesita para desarrollarse una población grande de insectos. Basta con que se den las circunstancias climáticas y ecológicas para que las poblaciones suban considerablemente.

–¿Qué condiciones?

–Alta temperatura y alta humedad. Si a eso le sumamos que hay una epidemia en Bolivia, y teniendo en cuenta que los insectos vectores no reconocen fronteras, es sencillo ver que el dengue bajó de Bolivia, pasó por Salta y ahora está expandiéndose por el norte. Eso pasa, como le decía, porque las condiciones climáticas son favorables.

–¿Hay forma de controlar eso?

–No. Sobre el clima no se puede hacer nada. Lo que sí podemos hacer es controlar las cosas que están a nuestro alcance, lo que se llama “manejo del medio”. Hay pautas de higiene, pautas de ordenamiento del medio, que son recomendables. Eliminar, por ejemplo, los recipientes con agua en donde se pueden desarrollar las larvas del mosquito. Si uno elimina esa posibilidad de criar larvas en los recipientes acuáticos, reducimos la población de mosquitos. Esa es una medida que tenemos que llevar a cabo sí o sí, pero no alcanza.

–Porque además están los ríos, las lagunas, los charcos...

–Sí, más bien los charcos. Pero pensemos que puede poner sus huevos en una tapa de gaseosa, en el huequito de un árbol que haya acumulado agua de lluvia. Es muy difícil eliminar todos los lugares donde pueden desarrollarse las larvas del mosquito. Hay que desarrollar medidas de control con insecticidas y larvicidas. No hay posibilidades, si no, de controlar el dengue. Eliminar los reservorios de agua es importante, pero no es suficiente.

–¿Cómo es el ciclo de vida del mosquito?

–La mosquito hembra pone sus huevos, del huevo salen las larvas, que pasan por distintos estadios, llegan a una forma intermedia entre la larva y el adulto (que se llama pupa) y de la pupa pasa a la forma adulta del insecto. Parte del éxito del mosquito se debe a su capacidad de adaptarse a distintos ambientes: va del agua al aire.

–¿Y cuánto vive el mosquito?

–Depende de las condiciones ambientales. En invierno, por ejemplo, no se encuentran mosquitos adultos ni por casualidad. Cuando bajan las temperaturas, las poblaciones de mosquitos se achatan mucho.

–Pero de noche, en el norte, la temperatura baja mucho...

 

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