10 controversias éticas | 21 ENE 09

¿Qué piensan los que no piensan como yo?

Temas candentes en un libro inteligente que rescata el pluralismo y la tolerancia. Por Diana Cohen Agrest.

El matrimonio homosexual, la homoparentalidad, el aborto, la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido, la prostitución, la venta de órganos, el alquiler de vientre, la pena de muerte, la tenencia de drogas, el perfil genético de los delincuentes… todos estos temas son hoy el centro de debates tan resonantes como inconclusos. Pues dudamos de todo aquello que puede ser hecho y, en un único gesto, de qué debe ser hecho. En circunstancias imposibles de ser procesadas y asimiladas, inmersos en situaciones límite sobre las cuales, tarde o temprano, deberemos pronunciarnos.

Deslizándose en los márgenes de lo “políticamente incorrecto”, este nuevo ensayo de Diana Cohen Agrest nos acerca las razones esgrimidas en torno de estas prácticas polémicas que, de otro modo, suelen permanecer confinadas en los círculos de los especialistas. La premisa básica que atraviesa esta obra es la necesidad de alentar el pluralismo, que implica la coexistencia, en igualdad de condiciones, de diferentes perspectivas desde las cuales reflexionar sobre la realidad que nos toca. Lejos de adoptar una posición que clausure el debate, la autora ofrece los argumentos a favor y en contra de cada una de esas cuestiones, desafiando al lector a tomar una decisión crítica propia.

A todos nos gusta opinar fundando nuestras creencias en razones valiosas. Porque sentimos que así colaboramos en la construcción de un mundo un poco mejor. Si el don de la palabra instaura con el hombre el universo simbólico, podemos ser partícipes de la construcción de aquellos valores que, hoy como siempre, deberían sostener cualquier conducta humana. ¿Qué piensan los que no piensan como yo? contribuye a este fin con claridad, profundo conocimiento y valentía. 

Diana Cohen Agrest es doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y Magíster en Bioética por el Centre for Human Bioethics, Monash University, Australia. Desde 1983 se desempeña como docente e investigadora en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha participado además como profesora invitada en varias universidades del exterior. Publicó numerosos artículos en revistas especializadas y en antologías nacionales y extranjeras. Colaboradora del diario La Nación, es también autora de ensayos filosóficos y de ética de divulgación: Por mano propia: estudio sobre las prácticas suicidas (2007), Inteligencia ética para la vida cotidiana (2006), Temas de bioética para inquietos morales (2004), El suicidio: deseo imposible. O la paradoja de la muerte voluntaria en la filosofía de Baruj Spinoza (2003).

Fragmento del libro: "El alquiler de vientre"
UNA HISTORIA

Paola supo entonces que había agotado todos sus recursos. Con dos mellizos de tres años, otro hijo en brazos y una beba de meses, le era imposible alimentar a cuatro bocas sumadas a la suya propia. Ni siquiera fue capaz de llorar el abandono cuando su marido se marchó tras una mujer más joven, con carnes más firmes y cutis más lozano. Los abandonó a los cinco, como a perros, y su sueño de vida se transformó en la peor de las pesadillas. Atrás habían quedado sus ilusiones de chica de clase media: formar una familia “tipo”, con auto y un pasar tranquilo, como se suele llamar a eso que para muchos es parecido a la felicidad. Súbitamente, se descubrió sin nada, y por todo alimento, sus dos pechos que apenas alcanzaban a alimentar a la más pequeña.
Miró sus senos mientras su hija mamaba ávidamente de ellos, succionando la leche que manaba casi como se aspira una sustancia salvífica. En sus pechos descubrió su cuerpo, y en esa inmensidad, su vientre generoso que podía albergar a otros seres ajenos, muy lejanos de los propios, pero que se tornarían una suerte de agua bendita para su sed de comida.

Se dirigió al periódico de la ciudad y, en un aviso insignificante, ofreció alquilar su vientre. La llamaron de regiones próximas y distantes, en su propia lengua y en otras desconocidas; su miseria se volvió súbitamente tan célebre como hasta recientemente impiadosa. Le ofrecieron muchísimo dinero, mucho más que todo lo que había visto en su vida, por ese intercambio milagrosamente feliz…

Los bien pensados de la ciudad, los mismos que habitualmente apartan su mirada, esta vez la miraron. Incrédulos. Hasta políticos ávidos de popularidad, ante las elecciones en cierne, prometieron una ayuda que jamás llegó.
No fue un milagro.

 

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