Para evitar parientes | 08 DIC 08

Los que prefieren pasar las fiestas solos

Llegan las reuniones de Navidad y Año Nuevo, y para algunas personas se abren las puertas de un infierno psicológico.

 La idea de encontrarse con parientes les provoca estrés y tratan de evitarlo. Preguntas, recriminaciones o la sola presencia las pone nerviosas, por lo que deciden festejar a solas o en lugares públicos. Son días movilizantes y sensibles.

Por Brenda Focas

Dualidad. Algunas personas lo sufren y otras lo disfrutan. Alejarse de los seres queridos no es lo aconsejable, según los expertos.

La cena está servida. En una mesa larga, adornada con manteles alusivos a Papá Noel, atiborrada de platos y copas, los invitados se dejan seducir por la comida navideña, y en ese momento la pregunta incómoda aparece: “¿Y, Pablo, para cuándo los hijos?”. Es cuando el joven de 30 años maldice una vez más las fiestas, mira para otro lado y se promete a sí mismo que el próximo año pasará Navidad solo. Así como Pablo, muchos son los que deciden pasar estas reuniones sin compañía, algunos por placer y otros para no soportar la inquisición familiar. Lo transitan como un día más, sin pensar demasiado en arbolitos, regalos y, menos, parientes.

“Las reuniones familiares suelen ser alegres pero también pueden acarrear incomodidad, malestar y hasta fobias, sea porque tienen que concurrir casi obligatoriamente a casas de personas que no les agradan, o encontrarse con familiares con quienes no se hablan, o por la ausencia de un ser querido”, explica Gustavo Bustamante, psicólogo y vicepresidente de Fobia Club.

Lo cierto es que esta época del año está impregnada de una sensibilidad especial. Mientras que los psicólogos reciben más consultas porque muchos le temen a la soledad, otros eligen estar la noche del 24 y del 31 solos para evitar todo tipo de conflicto vincular, o simplemente porque les gusta. “Para mí ir a esas reuniones es una tortura, se hablan cosas superficiales que a uno no le interesan y te sentís horrible”, cuenta Viviana Flores, quien pasará esos días con amigos. “Son pocos los que logran apropiarse del festejo en el buen sentido y transformarlo en un buen momento, por lo general estos encuentros suelen reavivar viejas internas”, dice el psicoanalista Ricardo Rubinstein, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Otras personas tratan de aislarse o viajar a lugares donde no haya conocidos. “Me separé hace poco y esta semana decidí viajar a Cuba sin compañía. No quiero preguntas molestas ni ponerme melancólico”, cuenta Juan Pablo. Es que inevitablemente el fin de año es una instancia de replanteos donde se agudizan sentimientos de angustia y se tiende a hacer un balance que no siempre deja saldos positivos. “Es una época de alta movilización y vulnerabilidad donde todos se sienten muy sacudidos por lo que pasó y se piensa en proyectos futuros”, dice Beatriz Golberg, miembro de la Asociación Mutual de Psicólogos. Y agrega: “Por eso mismo, los encuentros aparecen como una instancia para pasar facturas que se consideran ‘impagas’ y hacer comentarios no siempre bien intencionados, en las reuniones la mayoría pregunta mucho y cuenta poco.”

 

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