Adelanto del nuevo libro del inglés John Berger | 17 SEP 08

El verdadero arte de curar

Le damos al médico acceso a nuestros cuerpos. Aparte de él, sólo concedemos voluntariamente ese acceso a nuestros amantes, y muchos incluso no sin cierto temor.
Fuente: ADN Cultura 

Siempre conmovido por el sufrimiento de los otros, el autor de Lila y Flag reflexiona sobre la forma en que un médico puede restablecer la identidad quebrantada de su paciente; una meditación sobre el valor de la vida en una situación límite.

Este texto es un fragmento de "Un hombre afortunado" (Alfaguara), libro en el que John Berger relata el trabajo cotidiano de John Sassall, médico de un condado inglés, y reflexiona sobre la enfermedad y su tratamiento. La obra será publicada en Noviembre.

Por John Berger

Le damos al médico acceso a nuestros cuerpos. Aparte de él, sólo concedemos voluntariamente ese acceso a nuestros amantes, y muchos incluso no sin cierto temor. Sin embargo, el médico es prácticamente un desconocido.

El interés inherente a todas las éticas médicas (no sólo la nuestra) en establecer una distinción absoluta entre el papel del médico y el del amante constituye una clara demostración del grado de intimidad que entraña esta relación. Se suele suponer que esto se debe a que el médico puede ver a las mujeres desnudas y tocarlas donde quiera, lo cual puede tentarlo a tener relaciones sexuales con ellas. Es ésta una suposición tan tosca como carente de imaginación. Las condiciones en las que el médico suele examinar por lo general a sus pacientes son siempre desalentadoras desde el punto de vista sexual.

Las éticas médicas no insisten en la corrección sexual para limitar al médico, sino para ofrecer una promesa al paciente: una promesa que consiste en mucho más que una simple garantía de que no se aprovecharán de él o de ella. Es una promesa positiva de intimidad física sin una base sexual. Pero ¿qué puede significar esa intimidad? Sin duda pertenece a las experiencias de la infancia. Cuando nos sometemos al médico nos remitimos a un estado infantil, al tiempo que ampliamos nuestra idea de familia a fin de incluirlo. Lo imaginamos como un miembro honorario de nuestra familia.

En aquellos casos en los que el paciente tiene una fijación con uno de los progenitores, el médico se convierte en sustituto del padre o la madre. Pero el alto contenido sexual que entraña ese tipo de relación crea dificultades. Cuando estamos enfermos, idealmente nos imaginamos al médico como un hermano o hermana mayor.

A veces sucede algo similar con la muerte. El médico está familiarizado con ella. Cuando vamos o llamamos al médico, le pedimos que nos cure y que alivie nuestra dolencia, pero si no nos puede curar, también le pedimos que sea testigo de nuestra muerte. Su valor como testigo radica en que ha visto morir a muchos otros. Este mismo valor era el que tenía antaño el sacerdote, más que el hecho de que dispensara la extremaunción o rezara por nosotros. El médico se convierte en el intermediario vivo entre nosotros y la multitud de los muertos. Nos pertenece ahora y les ha pertenecido a ellos. Y el consuelo, real por duro que sea, que nos ofrecen a través de él no deja de ser el de la fraternidad.

Sería un gran error concluir que lo que quiere el paciente es un médico simpático ; eso significaría "normalizar" lo que acabo de decir. Las esperanzas del paciente y sus demandas, por más que las contradiga la experiencia previa, por más que estén bañadas de escepticismo, por más que sean tácitas incluso para él mismo, son mucho más profundas y precisas.

En la enfermedad se rompen muchas conexiones. La enfermedad separa y fomenta una forma distorsionada y fragmentada de la propia identidad. Lo que hace el médico a través de su relación con el enfermo y de esa intimidad peculiar que se le permite es compensar la ruptura de esas conexiones y reafirmar el contenido social de la identidad quebrantada del paciente.

Cuando hablo de una relación fraternal, o más bien de la profunda, aunque tácita, expectativa de fraternidad del paciente, no me refiero, claro está, a que el médico puede o debe comportarse como un hermano real. Lo que se le exige es que reconozca a su paciente con la certeza de un hermano ideal. La función de la fraternidad es el reconocimiento.

Se le exige este reconocimiento individual y profundamente íntimo tanto en un nivel físico como psicológico. En el primero de ellos, el reconocimiento consiste en el arte del diagnóstico. No hay muchos médicos que sepan diagnosticar bien; ello no se debe a que carezcan de conocimientos, sino a que son incapaces de comprender todos los datos posiblemente relevantes, no sólo los físicos, sino también los emocionales, históricos y medioambientales. Buscan una afección concreta en lugar de buscar la verdad sobre el hombre, lo que podría sugerirles varias. Se dice que con el tiempo las computadoras terminarán diagnosticando mejor que los médicos. Pero los datos que se introduzcan en la computadora tendrán que ser el resultado de un reconocimiento íntimo e individual del paciente.

En el nivel psicológico, el reconocimiento significa apoyo. El primer temor cuando nos ponemos enfermos es que nuestra enfermedad sea única. Intentamos racionalizarlo, debatimos con nosotros mismos, pero siempre nos queda el fantasma del miedo. Y ese fantasma permanece por una razón. La enfermedad, en cuanto fuerza indefinida, es una amenaza potencial contra nuestra existencia, y todos somos sin remedio altamente conscientes de que esa existencia es única. En otras palabras, la enfermedad participa de nuestra propia singularidad. Al temer su amenaza, la abrazamos y la hacemos especialmente nuestra. Por eso se sienten tan aliviados los pacientes cuando el médico da un nombre a aquello que los aqueja. Puede que el nombre no signifique nada para ellos; puede que no entiendan nada de lo que significa, pero puesto que tiene un nombre, habrá de tener también una existencia separada de ellos. Ahora pueden luchar contra ello, o quejarse de ello. Cuando la dolencia es reconocida, es decir, definida, limitada y despersonalizada, uno se hace más fuerte.

 

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