¿Percibimos el mundo tal como es? (Sinestesia) | 19 JUL 08

El imperio de los sentidos

La “realidad”, si es que existe algo que podamos llamar así, se observa, respira y vive a través de los sentidos. Pero para los sinestetas –personas que ven sonidos, huelen colores, saborean las formas– eso no parece ser tan sencillo. Su mundo es más rico, aparentemente, que el de quienes no lo son. Y más extraño, desde ya.

Por Raúl Alzogaray

“EL PRIMER CONCIERTO DE PIANO DE TCHAIKOVSKY” CREA UNA COMPOSICION SINESTESICA Y TIENDE UN PUENTE QUE ACORTA LA BRECHA ENTRE LA VISTA Y EL SONIDO.

“Si las puertas de la percepción quedaran
depuradas todo se habría de mostrar al hombre
tal cual es: Infinito”.
William Blake

Hubo un hombre que veía la música. Cada nota musical se le presentaba de un color diferente. Cuando escuchaba una melodía experimentaba “un rico tumulto de colores interiores”. Hubo una mujer que olía los nombres. Decía que la palabra “Antonio” tenía olor a pan fresco y “Giustiniano” a castañas tostadas. Otro hombre veía los sabores. Una vez probó el helado de mango y describió su sabor como “un muro verde lima atravesado por delgadas y onduladas franjas color cereza”.

Estas anécdotas son reales. Sus protagonistas no estaban bajo el efecto de hongos estimulantes ni padecían alteraciones mentales. Tampoco bromeaban ni hablaban en forma metafórica. Según los expertos, ni siquiera estaban enfermos. Eran personas comunes y corrientes, con una poco frecuente característica llamada sinestesia (palabra de origen griego que significa “unión de sensaciones”).

Como tantos otros animales, los seres humanos percibimos el mundo que nos rodea a través de los sentidos. Cada vez que reciben un estímulo externo, los ojos envían al cerebro una señal que produce una sensación visual. Las señales de la lengua provocan sensaciones de sabor, las que manda la nariz generan sensaciones olfatorias. Pero algunas personas parecen tener los cables sensoriales cruzados. Entonces oyen colores, ven sonidos o saborean formas.

Una de las formas más comunes de sinestesia consiste en ver las letras en diferentes colores (sin importar el color en que hayan sido escritas o impresas). Si entre los lectores de esta nota hay alguna persona con este tipo de sinestesia, seguro que está viendo el texto como una sopa de letras multicolores (y sin embargo, en una forma que ni ella podrá explicar, será consciente de que las letras están impresas en negro).

ABECEDARIO EN COLORES

A medida que escribe, un sinesteta puede observar cosas curiosas. La escritora estadounidense Patricia Duffy cuenta en uno de sus libros que cuando era niña se maravillaba al ver que, con sólo agregarle una rayita, podía convertir la letra “P” amarilla en una “R” anaranjada.

Algunas situaciones parecen producir un momentáneo cortocircuito en el cerebro de los sinestetas. Si a alguien que siempre ve la “C” roja se le muestra una “C” azul y se le pregunta de qué color es, probablemente dudará un instante antes de responder. Se sentirá incómodo y experimentará una molestia similar a la que se siente cuando alguien araña la superficie de un pizarrón. Finalmente responderá que le están mostrando una letra de color equivocado.

Otra sinestesia frecuente es la “audición coloreada” que experimentaba el escritor ruso Vladimir Nabokov. En su autobiografía (Habla memoria, 1967) describió de esta manera los colores que veía al escuchar los nombres de las letras: “La ‘a’ larga del alfabeto inglés (y más adelante seguiré refiriéndome a este alfabeto, a no ser que diga expresamente que no es así) tiene para mí el color de la madera a la intemperie, mientras que la ‘a’ francesa evoca una lustrosa superficie de ébano.

”Este grupo negro también incluye la ‘g’ sonora (caucho vulcanizado) y la ‘r’ (un trapo hollinoso en el momento de ser rasgado) [...] Como entre sonido y forma existe una sutil interacción, veo la ‘q’ más parda que la ‘k’, mientras que la ‘s’ no tiene el azul claro de la ‘c’, sino una curiosa mezcla de azul celeste y nácar.

”Los tonos adyacentes no se mezclan, y los diptongos no tienen colores propios, a no ser que estén representados por un único carácter en algún otro idioma (así la letra gris-vellosa, tricorne, que representa en ruso el sonido ‘sh’, una letra tan antigua como los juncos del Nilo, influye en su representación inglesa) [...] En el grupo verde están la ‘f’, hoja de aliso; la ‘p’, manzana sin madurar; y la ‘t’, color pistacho. Para la ‘w’ no tengo mejor fórmula que el verde apagado, parcialmente combinado con el violeta [...]

”Finalmente, entre los rojos, la ‘b’ tiene el tono que los pintores llaman siena tostado, la ‘m’ es un pliegue de franela rosa, y hoy en día he podido encajar perfectamente la ‘v’ con el ‘rosa cuarzo’ del Diccionario del Color de Maerz y Paul [...] Las confesiones de un sinesteta deben de sonar tediosas y ostentosas para quienes están protegidos de tales filtraciones y corrientes de aire por murallas más sólidas que las mías. Para mi madre, sin embargo, todo esto era completamente normal”.

La comprensión que mostraba Elena Rukavishnikova, la madre de Nabokov, no se debía exclusivamente a su amor maternal. Ella experimentaba el mismo tipo de sinestesia que su hijo.

EL “5” VERDE Y EL “2” ROJO

El estudio formal de la sinestesia comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el polifacético investigador inglés John Galton describió las principales características del fenómeno: (a) algunas formas de sinestesia son más comunes que otras (más de la mitad de los sinestetas conocidos ven colores al mirar o escuchar letras y números); (b) es muy estable en el tiempo (si un sinesteta ve el sonido de la “A” de color rojo durante su infancia, lo seguirá viendo del mismo color el resto de su vida); (c) varía mucho entre personas (distintos sinestetas ven el sonido de la “A” de diferentes colores); (d) es una característica heredable.

Los psicólogos de comienzos del siglo XX le dedicaron a la sinestesia una gran atención. Hacia 1920 ya se habían publicado cientos de artículos científicos sobre el tema. Entonces apareció el conductismo, una escuela que cambió por completo la manera de abordar los estudios psicológicos.

Los conductistas sostenían que la observación objetiva era la única manera confiable de estudiar el comportamiento humano. Pero los psicólogos no podían observar la sinestesia, sólo la conocían a través de los relatos subjetivos de sus pacientes. Para los conductistas, ésta no era una forma seria de llevar a cabo un estudio.

Poco a poco la sinestesia cayó en el olvido. Con el tiempo se hizo común considerarla un producto de la imaginación, el resultado de alteraciones mentales, recuerdos de la infancia que afloraban ante ciertos estímulos o una consecuencia del consumo de ciertas drogas (el LSD produce sinestesia).

 

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