"En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una ciudad, y el Mapa del Imperio toda una provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Cartográficas" (De Viajes de Varones Prudentes de Suarez Miranda, libro IV, cap. XIV, Lérida, 1658. Citado por Jorge Luis Borges, "Historia Universal de la infamia") |
Con frecuencia se publican trabajos de investigación que muestran resultados negativos respecto de medidas que, aún resultando eficaces para modificar una variable determinada, no logran tener impacto clínico en la evolución de los pacientes. El terreno de las dislipidemias o el de la diabetes han resultado de los más afectados por esta clase de conclusiones aunque también se podrían mencionar casos referidos a la hipertensión arterial y la obesidad entre otras patologías.
Afortunadamente el método científico ofrece resguardos para advertir sobra la confusión entre variables surrogantes y puntos finales duros como la mortalidad, la supervivencia o la aparición de episodios clínicos mayores. Esta clase de estudios constituyen un reaseguro para convalidar resultados preliminares pero no siempre se trasladan a la práctica cotidiana.
En las más diversas circunstancias apelamos a indicadores cuantificables que empleamos como medidas de situaciones clínicas complejas: fiebre, presión arterial, peso, glucemia, colesterol. Sabemos que las modificaciones de estas variables señalan sólo algunos aspectos de la evolución de las enfermedades en que se utilizan. Lo sabemos, pero frecuentemente lo olvidamos.
De este modo, impulsados por la repetición de la secuencia de: medir, intervenir y volver a medir podemos confundir la medición con lo medido. La automatización de las conductas o el seguimiento irreflexivo y descontextualizado de algoritmos y consensos también facilitan este olvido.
La lingüística nos ofrece un concepto muy interesante del que podríamos apropiarnos: la metonimia. También denominada "transnominación", es un fenómeno de cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación existente entre ambas. Es decir una palabra, un signo, que evoca un concepto en general más complejo. La parte por el todo, un significante que se desplaza hacia otro significante que le es próximo. En ocasiones se produce un desplazamiento de continente a contenido: “bebió un vaso de agua” en lugar de “bebió el agua que estaba dentro de un vaso”. Existen múltiples tipos y modalidades de uso de la metonimia.
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