Por Nora Bär | 30 ENE 08

Acerca del plagio en la ciencia

Sospechosas coincidencias

Viceversa

La historia de la ciencia incluye varios casos de ideas "convergentes": hipótesis o descubrimientos realizados casi simultáneamente por diferentes personas. Uno célebre es el de Alfred Russell Wallace y Charles Darwin, cuyas teorías sobre la selección natural son sorprendentemente coincidentes. El primero desarrolló la suya en Indonesia, donde se había instalado en 1854. Pero cuando en 1858 se reunió con Darwin se encontró con que éste ya tenía un manuscrito con su propia teoría de la evolución.

Mucho más cerca en el tiempo, a principios de la década del 80, el francés Luc Montagnier y el norteamericano Robert Gallo reclamaron cada uno para sí el mérito de haber descubierto el virus del sida. (Para dirimir la paternidad del hallazgo tuvieron que intervenir hasta los presidentes de ambos países, Reagan y Chirac.)

Sin embargo, hay ocasiones en que dos trabajos científicos se parecen sospechosamente, y no porque haya una fortuita "convergencia" de ideas...

Es más: el crecimiento de las publicaciones científicas parece favorecer la duplicación de trabajos en todo el mundo. Es lo que proponen Mounir Errami y Harold Garner, de la Universidad de Texas, en un artículo que se publica en el último número de la revista Nature. Según los investigadores, que emplearon sistemas de búsqueda automática, desde la reproducción sustancial de un trabajo sin hacer la correspondiente cita hasta el plagio -o incluso el autoplagio-, están creciendo escudados en el crecimiento récord de la literatura académica.

 

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