A 9 meses del primer implante auditivo cerebral | 12 DIC 07

Escuchar a Luciana decir papá y mamá fue una gran emoción"

Lo dijo la madre de la paciente de 3 años.

Los que la conocen la describen como "un terremoto". Luciana, a los 3 años, seduce a todos con su simpatía y no se queda quieta ni un minuto: juega todo lo que puede y no se pierde una sola clase de folklore desde que hace nueve meses le colocaron un implante auditivo cerebral, el primero que se realiza en América en menores de 12 años.

Gracias a esta microcirugía intracraneana de altísima complejidad, la pequeña paciente, que nació sin cócleas ni nervio auditivo, no sólo escucha todo lo que le dicen y la música en las clases de baile en Salta, donde vive, sino que también comenzó a hablar.

"Escuchar a Luciana decir papá y mamá fue una gran emoción", confiesa por vía telefónica su mamá, Liliana Ramos de Cazón. Con la voz cortada por la emoción y, a la vez, la alegría al hablar de la evolución de su hija, ella no olvida el agradecimiento que, junto con su esposo, Lucio, sienten hacia los médicos del Centro de Implantes Cocleares (CIC) y de la Fundación Argentina de Otorrinolaringología que durante cuatro horas operaron a su hija para colocarle el implante el 6 de marzo último.

En ese momento, el deseo de ambos padres era escuchar a Luciana, a punto de cumplir 3 años, reconocerlos como tales a través de la palabra. Hoy, su hija se lo cumplió, aunque con algunas diferencias: "Papá le salió más fácil, en cambio mamá...", cuenta Liliana, con cierta molestia que admite.

"Sufría de sólo verla tratar de llamarme y me emocionó inmensamente cuando lo logró. Ahora sabe que soy la m-a-m-á -dice como deletreando para imitar a su hija-. La emoción es que me pueda llamar mamá. Fue hermoso el día que empezamos a escucharla hablar."

Pero, según parece, los beneficios del dispositivo auditivo lograron algo más que parecía imposible para los padres. "En estos casi 9 meses, Luciana dejó los pañales, el chupete y la mamadera -comenta Liliana con risas-. No se imagina cómo el implante la hizo crecer como nena. Es muy sociable, quiere charlar con todos como una persona grande y hasta se molesta muchísimo cuando no la entienden." Pero este enojo está reservado sólo para los adultos. Con el resto de los chicos de 5 y 6 años de la escuela de folklore se entiende a la perfección.

 

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