Sobre la energía vital y el rechazo de la fatiga | 12 NOV 07

Fatigados, (Escepticemia)

El síndrome de fatiga crónica, es sin duda todo un signo de los nuevos tiempos.

La fatiga, tal y como ahora la entendemos, bien podría ser un invento de nuestra época. Este síntoma común, sólo superado en frecuencia por el dolor de cabeza, se ha convertido en el enemigo universal del bienestar y la productividad. Hasta hace un par de siglos, cuando el mundo empezó a parecerse a una descomunal maquinaria productiva, el trabajo y el descanso tenían sus horas, como las tienen la noche y el día. El cansancio no era algo negativo y repudiable, sino una feliz señal fisiológica de que el cuerpo había hecho su trabajo y tocaba descansar. Sin embargo, en la actual sociedad 24/7, en la que todo ha de funcionar las 24 horas diarias los siete días de la semana, no parece haber tregua para el descanso. Todos somos beneficiarios y víctimas de este modelo que impulsa a dormir menos y, simultáneamente, a repudiar la fatiga. Las ciudades requieren que muchos servicios funcionen de forma ininterrumpida, pero las personas que hay detrás y delante tienen sus propios ritmos biológicos; internet es una ventanilla que nunca cierra, pero los usuarios necesitan desconectar; las máquinas, en fin, pueden funcionar sin tregua, pero los seres humanos necesitan reposo. Por más que el actual modelo social y productivo no parezca tener en cuenta estos detalles, la fatiga está ahí y se ha convertido en un motivo universal de insatisfacción y malestar. La aparición en la década de 1980 de la entonces llamada “gripe del yupi” y su posterior reconocimiento como una nueva entidad patológica, el síndrome de fatiga crónica, es sin duda todo un signo de los nuevos tiempos.

 

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