Reflexiones en torno a los límites éticos de una publicación médica | 15 AGO 07

Hacia un mundo sensato, Dr. Carlos Bertolasi

El Dr. Carlos Bertolasi envía a IntraMed un artículo donde aborda cuestiones éticas y humanitarias con la inteligencia y sensibilidad a las que nos tiene acostumbrados.
Autor/a: Dr. Carlos Bertolasi 

A diario tenemos ocasión de asombrarnos con los resultados del avance científico y tecnológico. No pareciera ocurrir lo mismo con el comportamiento del ser humano, quien a menudo aplica esos nuevos recursos con similar fervor tanto para la solidaridad como para la exclusión, para el progreso o la decadencia, para curar o matar.
 
Por ello, causa asombro y extremo placer una serie de hechos ocurridos en el ámbito de la medicina, pero que la excede en su significado hasta convertirse en valioso mensaje social.

Todo se inicia a comienzos de este año con una carta de “Médicos para Irak”(1), dirigida desde Baghdad a la revista médica The Lancet(2).

Comienza con una vívida descripción de atroces experiencias que conmocionan; queda claro que una cosa es hablar de la guerra y otra vivirla.
 
Sigue relatando el resultado de una investigación de campo: el costo de un proyectil en el mercado negro oscila entre 10 y 40 centavos de dólar, y quitar la vida en Irak cuesta alrededor de 2.40 dólares.

Todo dramático, pero lo peor aún esta por venir. A continuación se manifiestan consternados al enterarse que la empresa editora de The Lancet  es al mismo tiempo… ¡activa organizadora de ferias de venta de armas!

Se preguntan: “¿Cómo es posible que una publicación médica de enorme prestigio, que defiende el derecho a la salud y promueve una mejor calidad de vida, pueda ser integrante de tamaña compañía?”.

Concluye diciendo que si The Lancet no revisa su política, comprometerá su posición líder en la salud universal. 
 
¿Qué hacen los editores de The Lancet ante tan duro mensaje?
 
¡Publican la carta! ¡Y la responden!

Dicen: “Estamos consternados por el daño que podemos cometer y el nefasto efecto de las exhibiciones de armas de Reed Elsevier”(3). 

 “Somos médicos, y nuestro objetivo proteger y mejorar la salud a través de The Lancet”.

 “Seguiremos peticionando a Elsevier para que cambie su actitud, pero reconocemos que en enero de 2007 tuvo lugar el SHOT Show en Orlando (sede de Disneyworld), con compradores de más de 75 países”.

 Allí se promovían armas de todo tipo. Una “hermosa” arma manual (Armalite A24) ideal para “un señor pistolero” (estas armas pequeñas son responsables de 200.000 asesinatos anuales, la mayoría en el subdesarrollo).
 
En una feria previa se exhibía una “bombita” de 500 Kg. Resulta ser uno de los productos más mortíferos (para civiles) desarrollado hasta la fecha.

 También mencionan que desde diversos sectores se han elevado petitorios a Elsevier, para que deponga su actitud.
 
Entre otras consideraciones los editores de The Lancet concluyen: “¿Qué debemos hacer? Pensamos que la situación es insostenible y que los ¡dueños de The Lancet no debieran vender armas!”.

 “Debemos reconocer que permanece intacta nuestra libertad para expresar opinión, además de la absoluta independencia editorial y protección ética que gozan nuestros autores.”

 En resumen, “creemos que algún cambio es posible y seguiremos luchando en esa dirección”.
 
Los editores de The Lancet  firman esta carta con tan grave reflexión hacia sus “patrones”.
 
La respuesta de Reed Elsevier no se hizo esperar. El 1º de junio, deciden ¡retirarse de todo negocio vinculado con las armas!!!, lo que se concretará paulatinamente durante 2007.

 Han aceptado las críticas, recapacitado y optado por seguir la línea editorial de trabajo conjunto con médicos, en pro de la salud pública mundial.
 
 No parece necesario agregar demasiados comentarios a esta increíble secuencia.

 En medio de la batalla, médicos de Irak se comprometen aún más con la vida y la conducta denunciando (seguramente junto a muchos otros) esta flagrante contradicción. 

 Los editores de The Lancet  no “esconden” ni rehuyen el desafío, haciendo honor a su compromiso ético. Con enorme coraje publican la carta y sus propias opiniones contra la conducta de sus “patrones”.

 Durante un tiempo, seguramente enfrentaron una disyuntiva que se presenta en situaciones de esta índole.

 Se puede optar entre continuar bregando dentro del sistema en pos de una corrección del rumbo o con absoluta intransigencia frente a la inconducta, dar el “portazo” acorde. 

 

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