Efectos adversos | 05 SEP 07

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y disfunción sexual

Los ISRS pueden afectar todas las fases del ciclo sexual y alterar el deseo, la excitación, la erección y el orgasmo.

Introducción

La disfunción sexual provocada por el consumo de fármacos consiste en la aparición de dolor o de un trastorno del deseo, excitación, orgasmo y resolución durante la relación sexual que genera malestar y alteraciones interpersonales. En general, los síntomas aparecen durante el primer mes de tratamiento y la droga consumida guarda relación etiológica con el trastorno funcional observado. Entre los fármacos que se asocian frecuentemente con este cuadro se encuentran los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).

Existen numerosas publicaciones sobre este efecto adverso en los pacientes tratados con ISRS en comparación con otros fármacos. Esto se debe a su empleo frecuente para tratar enfermedades diferentes de la depresión y cuadros depresivos leves. Asimismo, en la actualidad se evalúan con mayor precisión los efectos adversos de los fármacos y se otorga más importancia a la calidad de vida del paciente. Por último, es posible que los ISRS ocasionen más trastornos sexuales en comparación con los antidepresivos más antiguos. Es importante destacar que la incidencia de disfunción sexual hallada en los diversos estudios también depende del instrumento empleado para evaluar este efecto adverso. La utilización de métodos más sistemáticos para la recolección de datos es más útil en comparación con la formulación de preguntas más generales y el registro de lo referido de manera espontánea por el paciente.

Los ISRS pueden afectar todas las fases del ciclo sexual y alterar el deseo, la excitación, la erección y el orgasmo. Los datos acerca de la neurobiología de la sexualidad son escasos. No obstante, se sabe que participan diversos sistemas de neurotransmisión como el serotoninérgico. En consecuencia, los ISRS pueden ocasionar la disfunción sexual mencionada. Esto dificulta la planificación y adhesión al tratamiento, la recuperación y la calidad de vida del paciente, entre otros.

Prevalencia de disfunción sexual asociada al tratamiento con ISRS

Esta prevalencia varía significativamente en los diferentes estudios y la frecuencia exacta aún se desconoce. Las dificultades para obtener datos más precisos radican, entre otros factores, en la ausencia de información sobre la prevalencia de disfunciones sexuales en la población general; en consecuencia, no existen valores de referencia. Asimismo, hay disfunciones sexuales propias de las enfermedades mentales y la conducta sexual se encuentra influenciada por diferentes factores socioculturales que varían según las características del sujeto y del medio ambiente.

Además, debe señalarse la falta de comunicación espontánea de los trastornos sexuales por parte de los pacientes y las dificultades metodológicas observadas en numerosos estudios al respecto. Es decir, el cálculo de la incidencia y prevalencia de la disfunción sexual asociada con los ISRS es complejo, aunque puede estimarse que varía entre el 30% y 50%.

Disfunción sexual y enfermedades físicas y mentales

La disfunción sexual se observa en el 25% a 47% de los pacientes depresivos y la  disminución o ausencia del deseo sexual es uno de los síntomas de la enfermedad. No obstante, los trastornos de ansiedad como el trastorno por estrés postraumático y el consumo de nicotina, alcohol, cocaína y opiáceos, entre otros factores, también pueden afectar el desempeño sexual. El retraso de la eyaculación y el orgasmo son los síntomas sexuales más frecuentemente observados al administrar ISRS, aunque a diferencia de la disminución del deseo sexual, no son síntomas característicos de la depresión. Además, existe una variación normal de la función sexual durante la vida del sujeto y ciertos factores psicológicos también la modifican.

La diabetes mellitus, la hipertensión y el tratamiento con antihipertensivos y preparados hormonales son algunos de los numerosos factores asociados con la disfunción sexual. En consecuencia, se evaluó si los ISRS pueden ocasionar trastornos sexuales por sí solos. Por ejemplo, en estudios efectuados en modelos animales y en seres humanos se halló un retraso de la eyaculación luego de administrar un ISRS. Asimismo, la administración de fluvoxamina acarreó disfunción sexual en voluntarios sanos.

Evaluación clínica

Debe efectuarse una evaluación adecuada de la función sexual antes de prescribir cualquier fármaco debido a la existencia de numerosos factores de confusión. Es importante realizar una indagación precisa de este funcionamiento; por ejemplo, puede realizarse una evaluación sistemática dividida en 6 áreas: 1) funcionamiento sexual preterapéutico y premórbido; 2) comorbilidades psiquiátricas y consumo de sustancias; 3) trastornos clínicos; 4) consumo concomitante de fármacos, aunque sean de venta libre; 5) funcionamiento sexual durante la etapa depresiva previa al inicio del tratamiento y 6) contexto interpersonal. En lugar de realizar preguntas generales deben formularse preguntas específicas sobre las diferentes fases de la función sexual, es decir, libido, excitación y orgasmo, las fantasías sexuales, la frecuencia con la cual mantiene relaciones y el grado de satisfacción obtenida. Entre los instrumentos de evaluación validados se encuentran la Arizona Sexual Experience Scale y el Changes in Sexual Functionning Questionnaire.

 

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