Un libro de Alberto Rojo | 20 JUN 07

¿Quién le teme a la física?

La física contada con claridad y belleza sobre el escenario de la vida cotidiana. Una verdadera experiencia para usted y sus hijos.
Autor/a: IntraMed 

Este libro
(y esta colección)

Haced como si no lo supiera y explicádmelo
Moliére, El burgués gentilhombre (1670)

Hubo un tiempo en que los más destacados científicos no sólo hacían complicados cálculos y experimentos, sino que también los contaban, en forma de charlas, diálogos, folletos. En la Inglaterra victoriana, por ejemplo, los investigadores de mayor renombre dictaban conferencias sobre la ciencia en las cosas de todos los días, destinadas al gran público, que asistía entusiasmado y salía discutiendo alegremente acerca de los más diversos temas científicos y técnicos de la época.

Si alguna ciencia está realmente metida en nuestra vida cotidiana, seguramente sea la física, que no se anda con chiquitas: su objeto de estudio es ni más ni menos que la naturaleza. El resto de los científicos solemos mirar a los físicos con cierta inconfesable envidia, porque nos da la sensación de que ellos realmente entienden de qué se trata, mientras que nosotros, oh mortales, debemos contentarnos con saber un poquito de asuntos demasiado específicos. Y este maravilloso libro sobre la física en la vida cotidiana viene justamente a eso, a contarnos un poco de qué se tratan los fenómenos que nos rodean, como si se tratara de anteojos que convierten a nuestros ojos en signos de pregunta permanentes, con ganas de entender y experimentar. No por nada el autor es, además de físico y profesor universitario, un curioso insaciable del mundo que lo rodea, al que a veces, para comprenderlo un poco más, le canta acompañado de su infaltable guitarra.

Entre los antecedentes de esta tarea tenemos que mencionar los fantásticos libros de Yacov Isidorovich Perelman (1882-1942), como sus “Física Recreativa”, “A las estrellas en cohete” o “¿Sabe usted física?”, que formaron parte de una serie de libros soviéticos que, más allá de estar llena de hérrrroes del trrrrabajo social y de científicos galardonados con alguna estrella roja del Kremlin, son la tradición más simpática que tenemos en divulgación científica. Perelman no se contentó con sus libros: fundó también la primera revista soviética de difusión de las ciencias (En el taller de la naturaleza) y un museo de ciencias – que hoy llamaríamos interactivo – en Leningrado, además de participar en el proyecto del primer cohete de la Unión de todos los Soviets. En su “Física recreativa”, Perelman procuraba “convencer al lector de que el contenido de la física elemental es mucho más rico de lo que a veces se imagina”, “enseñarle a pensar con espíritu” y “crear en su mente numerosas asociaciones de conocimiento físico relacionados con los fenómenos más diversos de la vida cotidiana”.

No cabe duda de que Alberto Rojo podría hacer propios esos objetivos; no sólo eso, sino que con este libro lo consigue con creces. Nos pasea de la mano de la física por lo que se ve, lo que se oculta, lo que anda y lo que se frena, lo que flota, lo que suena, lo que se atrae, lo frío y lo caliente… en fin, nos pasea por el mundo de todos los días, armado de preguntas y de experimentos a los que no podemos dejar de probar.

Bienvenidos, entonces, al

 

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