La información genética | 29 NOV 06

Inteligencia Etica, Diana Cohen Agrest

A raíz de la publicación de su último libro, IntraMed ofrece un capítulo exclusivo y una entrevista con la autora.
Autor/a: Diana Cohen Agrest 
INDICE:  1. ¿Qué información se debe dar? | 2. ¿Qué información se debe dar?
¿Qué información se debe dar?

Los intelectuales y el país de hoy

"Nos acostumbramos a tomar la corrupción como algo normal"
Lo dice Diana Cohen Agrest, doctora en Filosofía, especializada en temas de ética

Los argentinos medimos los comportamientos éticos con distinta vara, según nos convenga o no. Tendemos a juzgar la acción política con parámetros estrictos, pero pasamos por alto nuestras pequeñas transgresiones cotidianas. Tenemos una vocación transgresora y tendemos a no respetar las normas, hacemos un culto de los valores light y tomamos la corrupción como si fuera algo normal.

La mirada de Diana Cohen Agrest es una radiografía de una sociedad con los límites desdibujados y, por lo tanto, “expuesta a generar su propio y evitable dolor”.

Ella es doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Bioética por el Centre for Human Bioethics de la Monash University, Australia. Sus opiniones sobre las características de una sociedad transgresora llaman a la reflexión.

“El argentino medio tiende a reducir la esfera de la ética a los juegos del poder tan característicos de la política argentina, sin reparar en que la ética se debería ejercer no sólo desde el poder, sino en cada uno de nuestros actos cotidianos”, dice.

Autora de Inteligencia ética para la vida cotidiana , entre otras numerosos libros y artículos publicados, Cohen Agrest enseña en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires desde 1983, es investigadora de Flacso y de la Universidad Autónoma de México y da cursos virtuales de Bioética. 

Una de las grandes virtudes de los texos de Diana Cohen Agrest es que -lejos de relegar su discusión a los ámbitos académicos exclusivamente- reúnen la actitud inquisitiva del pensar filosófico con un lenguaje ágil y llano y lo hacen desde una perspectiva laica y pluralista, con una buena llegada a las generaciones más jóvenes.

-Los argentinos tendemos a asociar la ética con las cuestiones públicas y con la política. Pero ¿qué ocurre cuando lo que está en juego son cuestiones del ámbito privado y de nuestra vida cotidiana?

-Por cierto, el criterio varía. El argentino medio tiende a reducir la esfera de la ética a los juegos del poder tan característicos de la política argentina, sin reparar en que la ética se debería ejercer no sólo desde el poder, sino en cada uno de nuestros actos cotidianos. De allí que, con razón, juzgamos a los políticos con parámetros estrictos, pero pasamos por alto nuestras pequeñas corrupciones cotidianas. Hace unos días, solicité en una playa de estacionamiento el ticket, y el encargado me respondió: "Usted me reclama por monedas cuando los de arriba se están robando el país..."

-¿Medimos los comportamientos con distinta vara?

-Claro. Esta asimetría con que juzgamos lo público y lo privado se reproduce en distintos planos. El conductor que se queja de que el Gobierno no resuelve el problema de los baches es el mismo que arroja papeles por la ventanilla. En otros países se respeta el espacio público porque se estima que es propiedad de todos. En nuestro país sucede exactamente lo contrario: el espacio público, precisamente porque es público, no es de nadie. Es una inversión nefasta.

-Hace más de 20 años el jurista Carlos Nino escribió Un país al margen de la ley, donde señalaba la vocación transgresora de los argentinos. ¿El paso del tiempo profundizó o atenuó esa inclinación?

-Nino nos advirtió sobre la anomia, entendida como una fuerte y sostenida inclinación a la ilegalidad, tanto en la esfera pública como en la privada, y creo que esa vocación transgresora se fue profundizando en los últimos tiempos. El mismo término "transgresor" posee una carga de valor positivo: aquello que en otros tiempos se denominaba "vanguardia" hoy, sintomáticamente, se llama "transgresión". El hecho de que se impida elegir rector de la Universidad de Buenos Aires es una clara modalidad transgresora en el marco de un sistema democrático, impensable a lo largo de la historia centenaria de esa universidad. Es curioso: mientras que un sistema de normas explícito establece claramente las reglas y las prohibiciones, paralelamente funciona un código práctico tácito que dice cuándo, cómo y por quiénes pueden ser transgredidas las normas explícitas. Las normas existen, pero coexisten con una normativi

 

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