Diagnostico y tratamiento de la depresion en los ancianos | 03 ENE 07

Depresión en los pacientes ancianos

En las personas de edad avanzada, la depresión afecta principalmente a aquellos que padecen enfermedades crónicas y deterioro cognitivo.
INDICE: 

La depresión en las últimas etapas de la vida (DEA) se refiere a los síndromes depresivos que surgen en los adultos de más de 65 años descritos en el DSM-IV y en la International Classification of Diseases (ICD-10, Clasificación Internacional de Enfermedades). Por lo general en esta edad, estos síndromes afectan a personas con enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o incapacidad motora. Aunque se han realizado avances para la descripción y el tratamiento de este tipo de depresión, todavía presenta consecuencias perjudiciales. En esta revisión, el autor comenta el trabajo publicado acerca del diagnóstico, la fisiopatología, la prevención y la terapéutica de este trastorno mediante una búsqueda realizada en MEDLINE y Ageline.  

Diagnóstico

Para que se pueda realizar el diagnóstico de un estado depresivo mayor, el DMS-IV y la ICD-10 afirman que debe existir un estado de ánimo depresivo o una pérdida de interés o de placer. Aunque no forman parte de los criterios diagnósticos, la depresión en esta etapa de la vida se suele acompañar de cambios corporales, como hipercortisolemia, aumento de la grasa abdominal, pérdida de densidad mineral ósea, incremento en el riesgo de diabetes tipo 2 e hipertensión. En general, estas personas padecen dificultades en la concentración, en la velocidad del procesamiento de las órdenes y en la función ejecutoria. Estos déficit mejoran, pero no se resuelven por completo luego de la remisión del cuadro depresivo. La depresión psicótica se diagnostica en aquellos pacientes con depresión grave que padecen delirios de persecución, culpa, hipocondría o alucinaciones.

El trastorno distímico es un síndrome de depresión leve a moderada que dura al menos 2 años. La depresión menor en personas ancianas se asocia con incapacidad de tipo funcional y cerca del 25% desarrolla depresión mayor en los 2 años siguientes.

A veces, la depresión es una fase del trastorno bipolar. El de tipo I (en el cual el episodio más reciente es depresivo) se diagnostica en pacientes con depresión mayor con antecedentes de al menos 1 episodio maníaco o mixto, mientras que el de tipo II se diagnostica en aquellos que presentan ataques de depresión mayor y antecedentes de episodios hipomaníacos.

Algunos autores postulan que el estrés, la depresión mayor y las enfermedades orgánicas se vinculan de forma recíproca, dado que el estrés promueve adaptación, pero cuando sus mediadores no pueden inhibirse se deteriora la inmunidad, y se favorece el desarrollo de aterosclerosis, obesidad, desmineralización y atrofia neuronal.

En general, los síntomas o los síndromes de la depresión están presentes en los individuos con demencia. La prevalencia de depresión mayor es cercana al 17% en aquellos que padecen enfermedad de Alzheimer y aún mayor en las personas que presentan demencias subcorticales.

La depresión mayor que se inicia 10 años antes o más del diagnóstico de demencia y el antecedente de depresión durante la vida se asocian con un aumento en el riesgo de enfermedad de Alzheimer.   
 
Algunas patologías y diversas drogas se asocian con la presencia de un estado de ánimo triste y la pérdida o disminución del interés en todas o casi todas las actividades del paciente; entre las enfermedades, cabe mencionar a las infecciones virales, las endocrinopatías (hipotiroidismo, hipertiroidismo, enfermedad de Cushing, hiperparatiroidismo), las neoplasias (linfomas, leucemias, cáncer de páncreas), la enfermedad cerebrovascular (infartos lacunares, accidente cerebrovascular, demencia vascular), el infarto de miocardio y los trastornos metabólicos como la deficiencia de vitamina B12 y la desnutrición.

El empleo, la intoxicación o la suspensión de algunos fármacos como metildopa, benzodiazepinas, propranolol, reserpina, esteroides, drogas antiparkinsonianas, clonidina, hidralazina, estrógenos, progesterona, tamoxifeno, beta bloqueantes y dextropropoxifeno pueden relacionarse con la aparición de un síndrome depresivo.

Epidemiología

Del 1% a 4% de la población de edad avanzada presenta depresión mayor, lo que equivale a una incidencia de 0.15% por año. La prevalencia, y también la incidencia, se duplican luego de los 70 a 85 años. También se incrementa el número de personas con trastorno bipolar, por el aumento absoluto de la cantidad de personas que llegan a esta edad. Además, dicha prevalencia en la edad avanzada resulta más elevada en el ámbito médico que en la comunidad. Del 10% a 12% de los pacientes internados presentan depresión mayor, mientras que la cifra para quienes reciben atención ambulatoria es de 6% a 9%.

La depresión menor muestra una prevalencia de 4% a 13%. El trastorno distímico, caracterizado por la presencia de síntomas depresivos de baja intensidad que duran 2 años o más, afecta cerca del 2% de las personas ancianas.

Fisiopatología  

 

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