Al aplicar la terapéutica analgésica hemos de considerar la potencia del fármaco, el tipo del dolor y la vía más adecuada de acuerdo con las exigencias que el momento demande al paciente. Si hablamos de aspectos de la farmacodinamia y la analgesia, cabe resaltar que la primera se relaciona con la dosis del fármaco y su efecto analgésico. En este sentido, un efecto determinado depende fundamentalmente de la capacidad del medicamento para modificar un sistema biológico específico, lo cual se denomina actividad intrínseca y le es particular a cada fármaco.
Dicha capacidad intrínseca, medida en términos clínicos, es conocida como potencia de la sustancia y no está vinculada al concepto de eficacia. Esta última resulta ser la capacidad máxima que tiene un medicamento de producir un estado dado sin considerar las dosis requeridas. Como ejemplo se pueden comparar algunos narcóticos que poseen una actividad intrínseca frente al receptor y una eficacia clínica distinta en el manejo del dolor. Aquí debe recordarse que hay metabolitos de ciertos fármacos que son activos desde el punto de vista analgésico, lo que suele suceder con algunos opioides.
Los analgésicos interfieren con la generación de impulsos dolorosos de dos formas: alterando el proceso bioquímico enzimático (la divi
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