Fraudes en la ciencia. | 01 ENE 06

¡Publicar o morir!, una presión que lleva a los científicos a falsear datos

Intimados por la comunidad académica y por el dinero que mueven los descubrimientos, muchos científicos usan las revistas especializadas para difundir datos que no siempre son verdaderos.

La investigación científica está llena de fraudes, muchas veces causados por la presión que sufren los científicos, obligados a publicar el mayor número de artículos en revistas especializadas para asegurar así la financiación de sus búsquedas.

“¡Publish or perish!" (¡"publica o eres hombre muerto!"): muchas carreras de científicos dependen de la frecuencia de sus publicaciones en revistas prestigiosas, como la norteamericana Science o la británica Nature.

Todas las grandes instituciones de investigación, incluidas las de financiación pública, llevan una estadística de las publicaciones de sus empleados para determinar su rango en la comunidad científica mundial.

Science fue la revista que publicó los trabajos del investigador surcoreano Hwang Woo-suk sobre la clonación humana, que le habrían podido valer un premio Nobel si sus resultados no hubiesen sido ampliamente falsificados.

En la historia de las ciencias existen algunos casos análogos. En los años 90, el investigador Hendrick Schon, de los laboratorios estadounidenses Bell, autor de 16 artículos aparecidos en el espacio de dos años en publicaciones prestigiosas, parecía haber despegado para revolucionar el campo de los materiales supraconductores. Pero finalmente fue desenmascarado como un simple impostor.

Mucho antes, en 1912, el paleontólogo británico Arthur Smith Woodward había revelado a la comunidad científica los restos del "primer europeo". El llamado "hombre de Piltdow" resultó ser falso, pues había sido compuesto mediante la asociación del cráneo de un hombre moderno con la mandíbula de un gran simio, probablemente un orangután.

Otros casos "célebres" son más unas controversias que fraudes deliberados, como la supuesta fusión nuclear "fría" anunciada por los estadounidenses Stanley Pons y Martin Fleischmann, que jamás pudieron reeditar otros equipos.

Jacques Benveniste, personalidad de la investigación médica francesa, murió convencido de haber tenido razón sobre "la memoria del agua", lo que habría dado una explicación científica a la homeopatía. Tras ser publicados con gran despliegue por Nature en 1988, sus trabajos fueron demolidos por l

 

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