Esta revisión confirma el carácter excepcional de la torsión testicular fuera de los períodos neonatal y peripuberal, dado que 12 de los 50 pacientes que tuvieron un diagnóstico demostrado de torsión del pediculo espermático se localizaron fuera de estos grupos etarios. La torsión ocurrió en un testículo ectópico en dos casos de los 12, aunque se admite clásicamente que el riesgo de torsión se multiplica por diez en caso de testicular ectópico.
El diagnóstico diferencial con una hernia inguinal estrangulada puede ser clínicamente difícil en el niño pequeño y la exploración quirúrgica de emergencia es la regla en los dos casos, por la vía inguinal.
En el puber, ninguna señal clínica es específica de torsión testicular. Los datos de la literatura parecen concluir que las dos principales señales siguen siendo el aumento de volumen del testículo con un aumento del dolor cuando uno levanta el testículo (Signo de Prehn) y la abolición del reflejo cremasteriano. Sin embargo, en este trabajo el 50% de los niños con torsión testicular presentaban un reflejo cremasteriano positivo del lado doloroso.
La realización de un sólo examen doppler en este contexto se debate si es factible sin esperar y sin el retraso para la exploración quirúrgica. En la literatura, esencialmente en niños pubescentes o adultos jóvenes, las actuaciones de diagnóstico con este tipo de imágenes parecían interesantes con una sensibilidad de 88 a 100% y una especificidad de 97%, esencialmente por el estudio del flujo arterial con doppler.
Sin embargo los mismos autores estudiando una población de niños de diez semanas a 13 añosencontraron la ausencia de flujo arterial perceptible en 38% de los casos; al contrario, cuatro de los ocho niños de esta muestra habían tenido por doppler realizado antes de la intervención, un flujo arterial preservado a pesar de la presencia de una torsión auténtica.
La exploración quirúrgica en
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