Los avances en el tratamiento de neoplasias que ocurren en la infancia o en la juventud, han permitido que más pacientes lleguen a la edad reproductiva libres de enfermedad. Sin embargo, las terapias antineoplásicas, cirugía, radioterapia y quimioterapia pueden producir trastornos de la fertilidad por deterioro directo o indirecto de los órganos del sistema reproductor. Los mayores efectos esterilizantes ocurren en los transplantes de médula ósea, para los que se utilizan altas dosis de quimioterapia y radioterapia.
En los pacientes en los que el tratamiento antineoplásico ha causado esterilidad, no existen opciones terapéuticas para concebir un hijo de la misma línea genética, a menos que se hayan utilizado estrategias para preservar la fertilidad. Estas últimas se refieren al uso de hormonas o agonistas de hormona liberadora de gonadotrofinas (GnRHa) a fin de mantener a las células germinales en un estado quiescente, a la protección gonadal mediante transposición ovárica quirúrgica o blindajes protectores para minimizar la irradiación directa o indirecta a las gónadas y a las técnicas de criopreservación de embriones, gametas o tejido gonadal.
Los resultados publicados hasta el momento para la manipulación hormonal y la protección gonadal no son alentadores (1).
La criopreservación de embriones es útil solamente para un número limitado de pacientes: aquellos en edad reproductiva y con una pareja estable. Es importante informar a los pacientes que la estimulación ovárica no garantiza una buena producción de óvulos y que el tiempo necesario para un ciclo de estimulación podría retrasar la terapia antineoplásica. U
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