Nuevo libro del Dr. Carlos Alberto Yelin | 30 OCT 23

El maridaje de la medicina y la literatura

En su nuevo volumen, el autor propone indagar sobre la particular relación entre su oficio y la escritura. Su recorrido ofrece un rico marco para la reflexión.

El Prof. Dr. Carlos Alberto Yelin lanzó su nuevo libro El maridaje de la medicina y la literatura (Homo Sapiens ediciones), que indaga sobre la particular relación entre la práctica médica y la escritura, en un viaje histórico que permite develar el pensamiento de decenas de sus colegas que, además de su profesión, se volcaron con pasión a las letras.

En este volumen, Yelin recopila la vida y los aportes tanto a la medicina como a la literatura de los personajes que desarrolla en escena, mediante los cuales configura un marco que invita a la reflexión.

Los lectores encontrarán también parte de la historia de su autor, desde su Santiago del Estero Natal hasta su desarrollo profesional y docente de casi seis décadas.

“Quizá las más profundas y valorables observaciones  la formulan aquellos que transitaron el ejercicio profesional y luego se volcaron al fascinante mundo de las letras”, dice Yelin en El Maridaje de la Medicina y la Literatura.

Aquí, IntraMed comparte un fragmento a modo de anticipo

Capítulo 3º: Las modalidades de los Médicos-Escritores

Los perfiles desiguales en los autores.

Aunque en adelante seamos más explícitos en el análisis, mencionamos las tres categorías con las que R. Ramirez Camacho, un escritor docente de la Universidad Autónoma de Madrid, comienza un acertado artículo sobre el tema que nos ocupa (Seminario médico, 2017.Vol. 62) para analizar el vínculo entre la medicina y la literatura y se propone ser enunciativo: 1ºEscritores Médicos 2º Médicos Escritores y 3º Médicos que Escriben. Coincidiendo con ese dato, en el transcurso de los años, comenzamos a indagar y así  encontrar una lista demasiado extensa y asombrosa, muy superior a la prevista. Ya la pregunta básica del nexo entre la medicina y la literatura tenía una argumentación sólida para ser profundizada. Especialmente para esa etapa de nuestra vida en donde la erudición literaria era muy modesta.

Son numerosas y en ambas direcciones las razones que vinculan ambas tareas humanísticas. El médico por razones profesionales debe escribir mucho, desde las simples recetas o indicaciones de estudios, las historias clínicas, o los necesarios informes, que relatan el resumen de la enfermedad del paciente. Allí, habitualmente no sólo se describen los síntomas y signos que experimenta el paciente; también su repercusión emocional, psicológica, y socio-familiar. No resulta extraño que nazca en el protagonista una tendencia a reproducir en notas personales para ejercer una modalidad de medicina narrativa. Especialmente cuando la circunstancia que trae al paciente tiene un significado mayor que la limitada consulta.

Un ejemplo actual constituye la inevitable tristeza y su asociada depresión que se instala como consecuencia de la Pandemia, ahora aquietada pero sin detenerse, que nos agobia tanto a enfermos como a quienes la asistimos. La ausencia de perspectivas futuras, la presencia constante del eventual contagio de la enfermedad, la inexorable posibilidad de la muerte promueven una esperable anhedonia que en ocasiones paraliza al paciente. Existen también numerosas situaciones que aumentan la motivación para inclinarse a abordar la temática en forma más amplia, como la indeseable tendencia a disminuir  el solidario humanismo que forma parte de manera constante en nuestro quehacer cotidiano.

 

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