Escepticemia por Gonzalo Casino | 02 SEP 23

Tiempos de cientificismo

Sobre la fe ingenua en la ciencia, sus manifestaciones y los problemas que ocasiona
Autor/a: Gonzalo Casino 

La ciencia vive días esplendorosos, de un esplendor que mueve a la adoración a sus numerosos fieles y que casa muy mal con la genuina actitud científica. El prestigio de la ciencia es incluso mayor entre sus nuevos adeptos que entre los auténticos y más recios científicos. Mientras estos últimos son conscientes de las grandes limitaciones del conocimiento científico y de las duras exigencias de la investigación rigurosa, la legión de advenedizos y seguidores ingenuos confunden la ciencia con el cientificismo, creyendo que es ciencia todo lo que tenga apariencia de serlo.

Este fenómeno de mitificación y mistificación de la ciencia tiene múltiples manifestaciones. Cientificismo es, por ejemplo, creer que la ciencia puede ofrecer y ofrece respuestas a cuestiones que se le escapan, como la predicción de crisis económicas o sociales, o aspectos de la experiencia humaba que no se pueden medir fácilmente, en particular las experiencias mentales. Es creer ingenuamente que un escáner puede “leer la mente” o que las sofisticadas imágenes dinámicas del cerebro nos están mostrando emociones y sentimientos complejos, como el amor o la lealtad, y que esto permite entenderlos científicamente. Y, en general, es usar la ciencia fuera de los dominios en los que sus métodos pueden aplicarse con garantías.

El cientificismo es también moneda corriente en la mala ciencia.

Entre los cada vez más numerosos estudios inservibles por defectuosos e intrascendentes, abunda el uso de estimaciones estadísticas y otras herramientas matemáticas sin ton ni son, de forma inapropiada o donde no son necesarias, simplemente para darles mayor apariencia científica. La complejidad innecesaria, que no aporta más que ruido y pomposidad, es otra característica de la actitud cientificista de algunos autores que se las dan de científicos sin serlo cabalmente. Estas prácticas, relacionadas con la actual presión por “publicar o perecer” en el ámbito académico, acaban inflando la burbuja del cientificismo.

Otra nota reveladora del cientificismo es la falta de consideración de la incertidumbre de los resultados de muchas investigaciones. Esto se manifiesta, por ejemplo, cuando se dan por definitivos resultados que proceden de pocos estudios, realizados sin el suficiente rigor y que además pueden ser contradictorios. La ilusión de creer que estos estudios aportan respuestas satisfactorias, sobre todo cuando se trata de cuestiones complejas, es propia de una mentalidad cientificista. Abunda en las ciencias sociales y en la investigación de cuestiones sobre estilos de vida y la alimentación, que suelen ser demasiado complejas y dan lugar a notables bandazos de opinión, como el papel de las grasas y el azúcar en la salud.

 

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