Más allá de los riesgos para la piel | 07 MAY 24

Exposición a la luz solar: ¿es hora de repensar las recomendaciones?

Si bien la radiación UV es un carcinógeno para la piel, existen beneficios sistémicos significativos que deben considerarse en la formulación de recomendaciones para la salud pública.
Autor/a: Richard B. Weller Fuente: Journal of Investigative Dermatology Sunlight: Time for a Rethink?
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
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Repensando la exposición a la luz solar 

Resumen

El artículo propone una reevaluación de la visión actual sobre la exposición solar y sus efectos en la salud. Se argumenta que, si bien la radiación UV es un carcinógeno para la piel, existen beneficios sistémicos significativos que deben considerarse en la formulación de recomendaciones para la salud pública.

Puntos clave:

  • Ausencia de evidencia de aumento en la mortalidad: A pesar del riesgo conocido de cáncer de piel, no existen estudios que vinculen la exposición solar con un aumento en la mortalidad por todas las causas.
     
  • Estudios epidemiológicos: Investigaciones en el Reino Unido y Suecia sugieren una asociación entre la exposición solar y la reducción de la mortalidad por todas las causas, incluyendo enfermedades cardiovasculares y cáncer.
     
  • Efectos más allá de la vitamina D: Se destaca la importancia de vías independientes de la vitamina D, como la fotomovilización del óxido nítrico (NO) de la piel, que contribuye a la reducción de la morbilidad cardiovascular.
     
  • Evolución de la piel clara: La selección evolutiva de la piel clara en latitudes altas se relaciona con la necesidad de sintetizar vitamina D en entornos con menor radiación UV. Sin embargo, se argumenta que otros mecanismos también podrían estar involucrados, como la reducción de enfermedades infecciosas.
     
  • Óxido nítrico (NO) y enfermedad cardiovascular: La exposición a la luz UV, particularmente UVA y UVB, moviliza NO de la piel, lo que reduce la presión arterial y, por lo tanto, la morbilidad cardiovascular.
     
  • Otros mecanismos de acción: El artículo explora otros posibles mecanismos, como la modulación inmunitaria por el ácido urocánico cis y la influencia de la exposición UV en la expresión génica.
     
  • Miopía: La creciente incidencia de miopía se relaciona con la disminución del tiempo al aire libre, lo que sugiere la necesidad de reevaluar las recomendaciones de evitar la luz solar.
     
  • Enfermedades asociadas a la deficiencia de luz solar: Se presenta el concepto del "cuarteto de la luz solar" para identificar enfermedades que podrían beneficiarse de la exposición a la luz UV, como la esclerosis múltiple, la hipertensión, la diabetes tipo 2 y la COVID-19.
     
  • Importancia del color de la piel: Se enfatiza la necesidad de considerar el color de la piel al evaluar los riesgos y beneficios de la exposición solar, ya que la respuesta biológica a la radiación UV varía según la pigmentación.

Conclusión:

El artículo concluye que la comunidad médica, y en particular la dermatología, debe adoptar una visión más amplia de la exposición solar y considerar sus beneficios sistémicos junto con los riesgos para la piel. Se necesitan más investigaciones para comprender completamente los mecanismos y el impacto en la salud a largo plazo.

 


Introducción

La relación entre la luz solar y la salud humana ha sido objeto de debate y evolución a lo largo de la historia. Si bien la dermatología moderna se ha centrado en los riesgos de la radiación ultravioleta (UV) para la piel, como el cáncer y el envejecimiento prematuro, existe una creciente evidencia que apunta a beneficios sistémicos significativos de la exposición solar. Este artículo explora estos beneficios y propone un replanteamiento de nuestra visión sobre la luz solar, abogando por un enfoque más holístico que considere tanto los riesgos como las ventajas para la salud.

Historia de los consejos UV relacionados con el cáncer de piel

La radiación ultravioleta (RUV) es un carcinógeno ambiental establecido, como lo confirman datos de ensayos epidemiológicos, mecánicos y clínicos (De Gruijl, 1999; Green et al., 1999). Los cánceres de queratinocitos y el melanoma son más prevalentes en poblaciones de piel blanca en países muy soleados como Australia y Sudáfrica que en el Reino Unido, aunque la naturaleza epidemiológica de la relación entre la exposición a la luz solar y el melanoma es menos clara que en el caso de los cánceres de queratinocitos. (Pfeifer, 2020).

Los consejos de salud pública sobre la exposición a los rayos UV durante gran parte del siglo pasado se han centrado en estos efectos adversos. Unna, 1894 identificó por primera vez el vínculo entre la exposición a los rayos UV y el cáncer de piel en marineros en 1894 con su descripción de Seemans Haut. Findlay (1928) proporcionó pruebas de que los rayos UV eran efectivamente el carcinógeno causante, cuando demostró que la irradiación de ratones con una lámpara de vapor de mercurio inducía neoplasias epiteliales. Sobre la base de estos datos, el siglo siguiente ha visto el desarrollo de una mejor protección solar, inicialmente con cambios de comportamiento y de vestimenta, y, desde la década de 1940, una gama en continua evolución de filtros UV cada vez más eficaces (Ma y Yoo, 2021). Los protectores solares previenen las quemaduras solares, el envejecimiento de la piel y el cáncer de piel de células escamosas (Green et al., 1999) en personas de piel blanca. Sin embargo, lo que falta es evidencia de que una mayor exposición a la luz solar aumente la mortalidad por todas las causas o que evitar el sol prolongue la vida útil.

Evidencia epidemiológica y evolutiva:

El Homo sapiens evolucionó en África hace unos 150.000 años. La divergencia entre nuestros ancestros homínidos y sus ancestros primates implicó la pérdida de vello corporal y el desarrollo de extensas glándulas sudoríparas. Las abundantes glándulas sudoríparas en la piel terminal sin vello permiten la pérdida de calor por evaporación que se adaptaba bien al género Homo para la actividad sostenida necesaria para acabar con las especies de presas nutritivas. Sin embargo, con esta pérdida de cabello, nuestra epidermis desnuda quedó directamente expuesta a los rayos UV. Dentro de las poblaciones humanas africanas, las estrictas restricciones sobre los alelos MC1R que codifican la eumelanina muestran que la piel oscura fue la adaptación evolutiva favorecida a este entorno (Harding y otros, 2000; Rogers y otros, 2004).

Al dispersarse desde África a entornos con poca luz, estas limitaciones se perdieron y se desarrollaron una serie de variantes de piel pálida, no sólo en MC1R sino también en otros genes, en particular KITLG en Asia Oriental y SLC24A5 y SLC45A2 en Europa (revisado en Jablonski, 2021). Esta evolución repetida e independiente de la piel pálida en poblaciones que viven en latitudes altas con rayos UV ambientales más bajos subraya la importancia de la exposición al sol para la salud, aunque nos dice poco sobre los mecanismos que impulsan esta ganancia de aptitud evolutiva.

Desde una perspectiva evolutiva, la selección de la piel clara en poblaciones que migraron de África a latitudes más altas se ha atribuido a la necesidad de sintetizar vitamina D en entornos con menor radiación UV. Sin embargo, investigaciones recientes apuntan a otros mecanismos, como la reducción de enfermedades infecciosas, que podrían haber impulsado esta adaptación.

La luz solar y la mortalidad por todas las causas

Sopesar la relación riesgo-beneficio es una habilidad central de la medicina y se practica consciente o inconscientemente en todas nuestras interacciones con los pacientes.

Cuando prescribimos un tratamiento, consideramos la indicación (beneficio) y el perfil de efectos secundarios (riesgo). Epidemiológicamente, la mortalidad por todas las causas representa una suma precisa de los riesgos y beneficios de cualquier exposición y debería guiar las recomendaciones de salud pública de la misma manera.

Los aumentos cuantificados con precisión en la mortalidad por todas las causas confirman los efectos nocivos de la hipertensión arterial, el tabaquismo, la falta de ejercicio, la mala alimentación, la contaminación del aire, la pobreza, el colesterol alto, la obesidad, la nutrición infantil inadecuada y muchos otros factores sobre la salud (Lim y otros, 2012). Las enfermedades resultantes de estos factores de riesgo son variadas, pero todas las medidas de salud pública para mitigarlas se basan en una base de evidencia sólida destinada a extender la esperanza de vida saludable.

No existen datos que vinculen el aumento de la mortalidad por todas las causas con la exposición a la luz solar, a pesar de los conocidos efectos cancerígenos de los rayos UV en la piel.

Sorprendentemente, a pesar de los riesgos conocidos para la piel, no se ha encontrado una relación directa entre la exposición solar y el aumento de la mortalidad por todas las causas. De hecho, estudios en el Reino Unido y Suecia sugieren que una mayor exposición solar se asocia con una reducción de la mortalidad, incluyendo enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Dos grandes estudios de cohortes prospectivos del norte de Europa vinculan una mayor exposición al sol con una reducción de la mortalidad por todas las causas. En el estudio Melanoma en el sur de Suecia, se dio seguimiento a 30.000 mujeres suecas durante 25 años, registrándose al inicio el comportamiento de búsqueda de sol y factores de confusión relevantes. Veinticinco años después de la inscripción, el comportamiento de búsqueda de sol se correlacionó inversamente con la mortalidad por todas las causas, a pesar de una mayor incidencia de casos de melanoma en aquellos con mayor exposición al sol (Lindqvist y otros, 2014). La reducción de la mortalidad por todas las causas estuvo particularmente relacionada con tasas más bajas de muerte cardiovascular (Lindqvist y otros, 2016).

 

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